Capítulo 3.-El Enano.

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El problema que tienes cuando duermes al aire libre es que
despiertas tremendamente temprano. Y una vez despierto, lo único
que puedes hacer es levantarte, ya que el suelo es duro y estás
sumamente incómodo. Y peor aún cuando no hay nada más que
manzanas para el desayuno, y ya hubo sólo manzanas para la
cena de la noche anterior. Cuando Lucy dijo, con mucha razón,
que era una mañana gloriosa, les pareció que no cabía ningún otro
comentario agradable. Edmund expresó el sentimiento de todos:

"Tenemos que irnos de esta isla".

Luego de beber en el pozo y lavarse la cara, bajaron a la playa por la orilla del río y miraron con ansiedad el canal que los separaba del continente.

-Tendremos que nadar -apuntó Edmund.
-Su no tendrá problemas -dijo Lia (Susana había ganado varios premios de natación en el colegio)-. Pero no sé qué pasará con el resto de nosotros.

Por "el resto de nosotros" se refería en realidad a Edmund, que no era capaz
de dar más de dos brazadas en la piscina del colegio, y a Lucy que no sabía nadar.

-En todo caso -insinuó Susan-, podría haber corrientes. Papá siempre dice que no es prudente bañarse en un sitio que no se conoce.

-Lia -intervino Lucy-, yo sé que no puedo nadar ni siquiera medianamente bien allá en casa... en Inglaterra, quiero decir. Pero todos podíamos nadar tiempo atrás... si es que fue tiempo atrás..., cuando éramos reyes y reinas en
Narnia. También montábamos y hacíamos muchos otros deportes. ¿No crees que...?

-Pero entonces nosotros éramos como los adultos -replicó Lia-.
Reinamos por años y años y aprendimos a hacer muchas cosas. ¿No estamos de vuelta a nuestras verdaderas edades ahora?

-¡Oh! -exclamó Edmund, con una voz que hizo que los demás callaran
para escucharlo.-Lo tengo todo claro -dijo.

-¿Qué tienes claro? -preguntó Peter rodeando la cintura de Lia con su brazo.

-Bueno, todo -repuso Edmund-. Ya saben, lo que nos tenía intrigados
anoche; que hace sólo un año salimos de Narnia y se diría que nadie ha vivido en Cair Paravel por siglos. Bueno, ¿no lo entienden? Acuérdense de que por muy largo que se nos hiciera el tiempo que vivimos en Narnia, cuando regresamos a través del ropero parecía que no había transcurrido ni un segundo.

—Sigue —dijo Susan—. Creo que empiezo a entender.

—Eso significa —prosiguió Edmundo— que, una vez que estás fuera de
Narnia, no tienes idea de cómo corre el tiempo allí. ¿Por qué no podrían pasar cientos de años en Narnia mientras en Inglaterra pasaba solamente un año?

—Por Dios, Ed —exclamó Pedro—. Creo que tienes razón. Entonces vivimos en realidad cientos de años en Cair Paravel. Y ahora estamos de vuelta en Narnia como si fuéramos cruzados, o anglosajones, o antiguos bretones o alguien así que
regresara a la Inglaterra actual.

—¡Qué contentos estarán al vernos! —comenzó a decir Lia, pero en ese
mismo momento la interrumpieron gritos de "¡silencio!", "¡miren!", pues algo sucedía.

Había una punta cubierta de árboles en el continente, un poco a la derecha, y estaban seguros de que tras ella se encontraba la desembocadura del río. De allí

vieron salir ahora un bote, que rodeó la punta hasta dejarla atrás, giró y comenzó a cruzar el canal en dirección a ellos. Alcanzaban a ver a dos personas dentro del bote,
una remaba y la obra iba sentada en la popa y sostenía un envoltorio que se movía
bruscamente, como si tuviera vida. Ambos parecían ser soldados. Llevaban cascos
de acero en sus cabezas y usaban ligeras camisas de malla. Tenían barba y una
expresión dura en sus rostros. Los niños se alejaron de la playa hacia el bosque y se
quedaron muy quietos, observando.

Las Crónicas de Narnia II El Príncipe Caspian(Peter Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora