Capítulo 11.-El león ruge.

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Cuando todos estuvieron despiertos, Lucy tuvo que contar su historia por


cuarta vez. El profundo silencio que siguió fue lo más desalentador que se puede imaginar.

-No veo nada -dijo Lia, después de forzar la vista hasta que le dolieron


los ojos-. ¿Puedes ver algo, Peter ?-dijo cogiendolo de la mano.

-No, claro que no -replicó bruscamente Peter mientras entrelazaba su mano con la de Lia-, porque no hay nada que ver. Lucy estaba soñando. Acuéstate y duerme, Lu.

-Espero -dijo Lucycon voz trémula- que todos vendrán conmigo,


porque... porque yo tendré que seguirlo con o sin ustedes.

-No digas tonterías, Lucy-exclamó Susan-. Por supuesto que no irás


sola. No la dejes, Peter. Se está portando sumamente mal.

-La acompañaré, si tiene que ir -declaró Edmund-. Hasta ahora, ella


siempre ha tenido la razón.

-Es cierto -reconoció Lia-. Y a lo mejor también tiene razón ahora.
Nos fue pésimo bajando el barranco. Pero... a estas horas de la noche. Además ¿por qué Aslan es ahora invisible para nosotros? Nunca lo fue antes; esta actitud no es muy de


él. ¿Qué dice nuestro Q.A.?

-Yo no digo nada -respondió el Enano-. Si todos van, por cierto yo


también iré con ustedes; si el grupo se divide, iré con el gran Rey. Es mi deber con él y con el Rey Caspian. Pero, si me piden mi opinión personal, yo soy un simple


enano que no cree que sea posible encontrar un camino por la noche si no se pudo encontrar a pleno día. Y no me gustan los leones mágicos que hablan y no hablan, y los leones amigos que no nos ayudan en nada, y los leones descomunales a los que


nadie puede ver. Desde mi punto de vista, son sólo idioteces y patrañas.

-Está golpeando el suelo con su pata para que nos apuremos -dijo Lucy-. Tenemos que ir en el acto. Yo, por lo menos.

-No tienes derecho a forzarnos a todos de esta manera. Estamos cinco a uno y tú eres la menor -dijo Susan.

-Vamos ya -rezongó Edmund-. Tenemos que ir, o no nos dejará en paz.

Quería apoyar a Lucy, pero le molestaba perder su sueño y compensaba su enojo demostrando malhumor.

-En marcha, entonces -decidió Peter, tomando cansadamente su escudo y colocándose el yelmo al igual que Lia.

En otra ocasión le habría dicho una palabra amable a Lucy,


que era su regalona, porque comprendía lo desdichada que se sentía, y sabía que lo que había sucedido no era culpa suya. Pero tampoco podía evitar estar molesto con ella.

Susan era la peor.

-Supongamos que yo empezara a comportarme como Lucy-dijo-.Amenazaría con quedarme aquí aunque el resto de ustedes decida irse. Y creo que es exactamente lo que haré.

-Obedezca al gran Rey, Su Majestad -aconsejó Trumpkin-, y vámonos. Si no me permiten dormir, prefiero caminar a estar parado acá hablando.

Y finalmente se pusieron en camino. Lucy iba al frente, mordiéndose los


labios y tratando de no decir lo que hubiera querido decir a Susana Pero se olvidó de todo cuando miró a Aslan. El caminaba con paso lento a unos treinta metros delante de ellos. Los demás se guiaban únicamente por las instrucciones de Lucy, pues Aslan no sólo era invisible para ellos, sino además mudo. Sus grandes patas

Las Crónicas de Narnia II El Príncipe Caspian(Peter Pevensie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora