IKON - Airplane
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▼Rosemary se bajó en el aeropuerto de Incheon un martes dieciséis de diciembre a las seis de la tarde, de un vuelo que venía directo de Londres con escala en Berlín.
Cuando pisó el asfalto de la pista de aterrizaje y se vio rodeada de gente echó de menos las calidez del avión, la seguridad que de alguna manera éste le proporcionó en un principio. En el avión se sentó y sabía su destino, sabía con seguridad cuantas horas dudaría el viaje y donde tenía que coger el primer transbordo. Pero aquello era Seul. No conocía Seul, no sabía nada sobre nada y apenas había hablado más de una palabra en coreano con alguien que no fueran sus profesores de carrera en la universidad.
Las personas se arremolinaban como hormigas tras las ventanas del aeropuerto. Personas que, a pesar de sonar racista, Rosemary pensaba que parecían todas iguales, con sus mascarillas y las cabezas gachas; bufandas como turbantes alrededor de sus cuellos y sus smartphones conectados en todo momento a sus auriculares. Nadie se miraba y nadie se tocaba pero todo el mundo se observaba a la distancia, con curiosidad y sin vergüenza alguna a ser descubierto.
A su llegada, cuando el avión aterrizó y tocó el asfalto, una fina capa de nieve comenzó a cubrirlo todo. Fina y tranquila, pasando casi desapercibida si no fuera por lo blanca que era, blanda y resbaladiza. Rosemary lo vio como una especie de bienvenida, ella había escapado de Londres sin tiempo a ver como nevaba. Ésta era su primera nevada del año, la primera nevada fuera de casa. De pronto, el jersey que llevabale pareció insuficiente. El jersey, las botas y toda la ropa que llevaba en su maleta le parecieron insuficientes, pero desgraciadamente había puesto demasiados kilómetros de por medio como para arreglar algo. Y, aunque ella sabía que aquella sensación que se había asentado en ella no tenía nada que ver con el tiempo, quiso auto convencerse de que sí.
Solo a primera vista Seul le pareció mas frío que Londres. Más frío, mas inhóspito y más solitario. La nostalgia la sobrecogió recorriéndola en forma de escalofrío. Durante tan solo un segundo deseó no haber cogido ese avión y permanecer en Londres con su trabajo como profesora particular, en su casa y con el respaldo de saber que si algo pasaba estaban sus padres a un viaje de tren que duraba tres horas. Pero la cara de Eric se dibujó en su mente y, tan pronto como había aparecido, ese sentimiento desapareció. No quería pasarlo mal cuando aún no había salido del aeropuerto, al fin y al cabo su pelo ya no estaba y ella no era la misma. No solo su pelo había cambiado, algo dentro, profundo y escondido se había despertado. Rosemary no sabía lo que era, ese sentimiento de vacío, pero de vacío bueno, no ese que sientes cuando haces algo mal y lo ocultas ni el de cuando tienes hambre, ese que solo tienes cuando sabes que algo bueno y emocionantes va a pasar, pero Rosemary no era consciente de qué cosa tan buena era esa. Kim Namjoon tampoco sabía que era aquel sentimiento que lo despertó en una casa que no era la suya junto a una completa desconocida, pero sin embargo para los dos, todo comenzó como siempre quisieron y termino como nunca desearon.
Rosemary se adentró en el aeropuerto con su mochila colgando del hombro dirigiéndose a la terminal de carga. Ese sitio al que se va nada más salir del avión para recoger el equipaje pero del que nadie sabe su nombre exacto.
Mientras estuvo en la terminal no levantó la atención de nadie, pero cuando salió se sintió desprotegida por la falta de camaradas extranjeros. Miró hacia atrás pero ya no quedaba ningún pasajero del avión ni ningún grupo al que pudiera pegarse para pasar desapercibida.
Su estómago rugió y ella se llevó la mano a él lamentándose, no tenía dinero y no lo tendría en mucho tiempo y el único que le había sobrado de comprar el billete del avión lo tenía que guardar para llegar a casa de la señora Kim de una pieza, sin hacer nada ilegal.