Cuando Hyejin entró, miró asombrada el piso de su hermano. Todo estaba... Hecho un puto desastre. Había pilas de ropa repartidas por todo el piso, incluso los zapatos bloqueaban casi por completo la puerta. Desde donde se encontraba, la cocina, no parecía encontrarse en mejores condiciones, o al menos eso parecía indicar la montaña de cuencos y cubiertos del fregadero y gran parte de la encimera. Y por encima de todo eso, intentó no centrarse demasiado en el olor, definitivamente no era ninguna señal de algo bueno.
Comenzó por dejar sus zapatos en uno de los estantes de la entrada. Ni siquiera le intentó encontrar lógica a aquello. Todos los estantes estaban vacíos, sin embargo, todos los zapatos estaban en el suelo.
Escuchó como su hermano hablaba con Jungkook al otro lado de la puerta. No pudo no prestar atención a aquel chico. Desde luego, estaba buenísimo, y si, lo admitía, los amigos de su hermano podían estar buenos, Hyejin era esa clase de chica, no podía no fijarse. Así como no podía no fijarse en la piel de porcelana de Yoongi o la mandíbula definida de Hoseok, no podía no fijarse en ese tal Jeon Jungkook. Desde su pelo oscuro, hasta la anchura que parecía tener su espalda bajo la sudadera que llevaba puesta aquella noche.
No era tan alto como su hermano, pero tampoco era enano, todo lo contrario a su nariz, extraña y atractivamente enorme. A Hyejin no le gustaban los chicos larguiruchos y de nariz pequeña porque le recordaban demasiado a su hermano.Hyejin calculaba que más o menos ambos deberían de tener la misma edad, y eso hizo que le provocara todavía más morbo.
Sin embargo, esto también le recordó la forma en la que la había mirado, quizás no la había mirado de manera especial, y tan solo la había mirado como miraba al resto del mundo, pero si que la había mirado de forma distinta a como miraba a su hermano. Podía notar como andaba con pies de plomo, vigilando cada paso que daba, intentando pasar desapercibido para que nadie intentase averiguar qué era lo que escondía. Tenía miedo de algo, quizás de alguien. Y eso le causó curiosidad a Hyejin. Para desgracia de quien le pesase (normalmente sus padres y en ocasiones Namjoon) siempre se fijaba en los chicos diferentemente anormales, esos que se podía notar a la distancia que tenían algo mal. No era masoquista ni nada por el estilo, quizás si un poco egoísta porque, que ella se juntase con gente así, no se debía a su altruísmo; con ellos, Hyejin se sentía bien consigo misma, se sentía mejor juntándose con gente a la que su madre consideraba inferior, mala. Normalmente salía antes de que algo tuviese consecuencias y cuando las tenía, normalmente estaba su hermano mayor para salvarla. Podría decirse que Hyejin era una poco egoísta.Namjoon entró rodeando los hombros de Jungkook con sus brazos, con un además protector, Hyejin lo sabía porque normalmente era así como su hermano la abrazaba siempre que discutía con su madre y se iba de casa, era entonces cuando Namjoon bajaba detrás de ella, la consolaba y subían juntos a casa, exactamente en esa misma posición.
Hyejin era la cotilla entre las cotillas y, para la mala suerte de Jungguk (o la buena, eso ya depende de cómo se mire) éste, había llamado su atención.
Su hermano y el susodicho entraron en ese momento en el piso, el primero rodeando los hombros del segundo, con afán protector.
-Esa es todo el equipaje que trajiste?- Le preguntó Namjoon en cuanto cerró la puerta tras ellos.
Hyejin no respondió inmediatamente, estaba demasiado sorprendida ante la pregunta de su hermano.
-Si.- Intentó sonar segura de sí misma, fingiendo que no le había dolido que su madre solo le dejó llevarse lo que ella no le había comprado.
Normalmente, Namjoon hubiese dicho algo, pero ese día no lo hizo. Se encogió de hombros con aire indiferente y terminó de cerrar la puerta tras él.
Jungkook se había quedado a medio camino entre la puerta y Hyejin, con las manos entrelazadas delante de él y la mirada baja, captando la de ella.
Su hermano la miró, ella lo miró él e intento que las lágrimas que sentía formarse en el fondo de sus ojos se esfumasen. Namjoon suspiró, apesadumbrado y después negó con la cabeza.
Hyejin estaba retorciendo sus dedos, unos con otros dentro de su propio abrigo, en incluso pudo sentir la sangre que se había empezado a formar tras su insistente mordida de lengua.
Su hermano la volvió a mirar después de coger el teléfono, esta vez cambio la expresión a una pequeña sonrisilla.
-Es madrugada de pollo y cerveza... Tenemos varias de estas al mes, tendrás que acostumbrarte.
Hyejin comenzó a unir cabos a la velocidad de la luz, eso significaba...
-Espera... Me estás diciendo que...
Namjoon la detuvo elevando un dedo, había marcado a alguien en el teléfono.
-Si hola... Buenas Noches... O días, quería pedir pollo frito con cerveza por favor.... Si espero.
Miro a su hermana por encima del hombro, bajando su dedo e indicándole que continuase con lo que le había interrumpido.
- Puedo quedarme aquí... ¿De verdad?
-No me hagas cambiar de opinión Hyejin, confío en ti esta vez.
- Namjoon yo, muchas gracias, eres el mejor hermano del mundo, te juro qué...
-No jures nada, tu comodidad de estancia en esta casa dependerá de lo que mucho que me convenza tus argumentaciones de lo mala que es mamá.
Hyejin le sonrió de oreja a oreja a su hermano, había dejado de tener frío de pronto.
-Tu ya sé cómo lo quieres- Dijo Namjoon restándole importancia a Jungguk con un movimiento de su mano.-Tú- señaló a su hermana con su largo dedo pulgar.- Espero que te siga gustando el picante tanto como antes, porque es lo que se come en esta casa.
-Está bi...- Intentó empezar Hyejin de nuevo antes de volver a ser interrumpida por su hermano.
-Si, sigo aquí, Si pollo... Si, puedo volver a esperar...- Namjoon se giró hacia los adolescentes antes de desaparecer por el pasillo que daba a las habitaciones- Kook, no te quedes ahí siéntate... Y tú -señaló a su hermano con el dedo- puedo escucharte, no arriesgues tu estadía en esta casa...
Hyejin le sonrió ampliamente y le lanzó un corazón con sus dedos.
Jungguk sonrió, casi sin evitarlo. La mirada de Hyejin se clavó veloz en la de él, y casi tan rápido con se había reído sin darse cuenta, volvió a clavar sus vista en sus manos, entrelazadas sobre su regazo.
Hyejin lo siguió mirando, pese a saber que lo estaba incomodando.
Aquella fue la primera vez que los dejaron a solas.