Capítulo 1: El funeral

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-Nos encontramos aquí reunidos para el recuerdo de estos cuatro compañeros, ahora con Dios, que murieron en el trágico accidente de su última excursión. -Dijo el cura mientras todos los oyentes se levantaron para comenzar el funeral-. Cuatro compañeros, cuatro amigos y cuatro jóvenes a los que nuestro señor ha decidido dejarles tan corta su vida. Nadie puede comprender por qué algunos podemos vivir más, y en este caso, tan poco tiempo. Saúl Rodríguez y Erik Herranz, compañeros de curso en 4º de la ESO A, Ian Peiró y Quique Vara, de 4º B, hoy descansan en paz preparados para subir con los ángeles y los santos.

En ese momento Víctor entró por la puerta de la capilla, acompañado por sus otros cuatro amigos. Se sentaron al fondo, intentando ocultar sus duraderas heridas por el accidente recientemente ocurrido. De sus ojos todavía salían algunas lágrimas, que durante el tiempo que estuvieron allí, fueron aumentando poco a poco. Entre pañuelos intentaban ocultar sus penas, pero era inevitable que alguien se diera cuenta y fuera a darles el pésame, y eso es lo que más detestaban, ya que así recordaban aún más a su amigo recientemente fallecido. Al cabo de un rato decidieron ir a conversar con los familiares de los fallecidos para darles el pésame y ofrecerles sus servicios, si necesitaban algo durante aquellos días, como sus libros, mochila, aunque sus familiares prefirieron que se lo quedara el colegio, o alguna persona que lo necesitara más.

Bastante tiempo después, el cura permitió que las personas que se encontraban allí pudieran despedirse de los fallecidos, antes de que fueran enterrados. Uno a uno fueron a dar su último adiós a los cuatro jóvenes en los ataúdes. Mientras tanto Víctor seguía en uno de los bancos al fondo de la capilla. Saúl y Víctor habían compartido muchas historias desde primaria, y la muerte de su amigo le había afectado bastante y no tenía fuerzas, ni para despedirse por última vez.

Solamente quedaban unas pocas personas, cuando un nuevo individuo, de edad parecida a la de los fallecidos, entró por la puerta principal. A Víctor le resultaba conocido, pero no podía recordar en ese momento, quién podía ser. La persona se acercó y se sentó en su mismo banco. Víctor se alejó un poco, ya que le resultaba un poco acosador, pero el desconocido se disculpó y se presentó:

-Lo siento si te has asustado, pero, pensaba que me recordarías, antes iba a tu misma clase, pero el maleficio debió de alterarte la memoria.

-¿¡Qué dices, qué maleficio!? -Exaltó Víctor mirándole como si estuviera loco.

-No te miento, no piensas que estoy loco -dijo el chico excusándose-. No lo recuerdas, por eso te resulta tan extraño todo esto, pero mira este mensaje que me mandó D.Fidel.

El desconocido adolescente sacó de su bolsillo su teléfono móvil y leyó un mensaje que tenía en la pantalla: "Espero que recuerdes tus poderes, si eso, tienes que ayudar a Víctor a recordarlos, él puede revivir a sus compañeros, espero que sigan existiendo después del maleficio".

-Me llamo David Moreno, y estuvimos combatiendo juntos hace un tiempo, yo por suerte, volví al inframundo con mi grupo y no nos afectó el maleficio -Víctor seguía incrédulo, pero intentaba seguir la conversación-. Todo esto te parecerá una ida de olla, pero tienes que confiar en mí, tienes que activar tu Kinesis.

En ese momento Víctor estaba completamente perdido en la conversación, con cara embobada, continuaba mirando a David, intentando acordarse de él, pero sin ningún resultado.

-A ver, no sé ni quién eres, ni de qué me conoces, ni porqué estás aquí, pero no pienso que me arruines más el día de lo que ya estaba, así que, ¡vete por favor!

David no se movió del banco y siguió explicando a Víctor la historia de las Kinesis, hasta que Víctor paró de quejarse y le siguió la corriente.

Kinesis: El OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora