Capítulo 7: El último acertijo

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-Pero, ¡¿Cómo?! -exclamó Carlos susurrando.

-La prueba, es esa -respondió Goliat-, no se trata de la suerte de una persona, sino de la astucia, de modo que, pase lo que pase, Aura se crea que hemos cogido la bola blanca. Y para complicarlo un poco más, no ha puesto ninguna dentro.

-No -dijo rápidamente Víctor-, no lo ha puesto más difícil, sino más simple aún.

-Ya se por donde vas -respondió Mario, poniéndole una mano en el hombro a Víctor-. Lo que dices es escondernos una bola blanca en la manga, y que cuando saquemos la bola, la cambiemos, y tachán.

-Podría ser una respuesta, sí -dijo Víctor mientras retiraba la mano de Mario de su hombro-, pero, piensa un poco, si lo hacemos a tu manera, ¿de dónde sacamos la bola blanca?

-Tienes razón

-Estabas cerca de la respuesta, pero, hay que pensar la forma de que, aún sacando una bola negra, ella se crea que es una blanca, y como ha dicho Aura antes, las reglas son las reglas, así que las utilizaremos para llegar a la respuesta. ¿Quién sabe actuar?

Saúl se presentó voluntario, y se retiró por un momento con Víctor, para poder hablar sobre lo que debía hacer. Mientras tanto, los demás avisaron a Aura de que ya habían escogido a uno, Saúl, pero le dijeron que necesitaba unos momentos para hacer un rito que les diera suerte, al ser lo primero que se le había pasado a Carlos por la cabeza mientras hablaban.

Finalmente Saúl se acercó a Aura, diciendo que ya estaba preparado, y que podía comenzar la prueba. Aura extendió los brazos, abriendo la bolsita de terciopelo. Dentro de ella se podían ver varias bolas negras, eran como canicas de, aproximadamente, 3 centímetros de radio. Relucían con la luz de la sala, dándoles una semejanza a unas perlas, pero negras.

Saúl cerró su ojos, y temerosamente, metió la mano en la bolsa. El sonido de las esferas revolviéndose, hacía el momento mucho más tenso, hasta que Saúl sacó una de las bolas. La mano la tenía cerrada en puño, sin poder dejar ver el color de la bola. Tapando con su otra mano, Saúl miró la bola, y con una sonrisa en los labios, metió rápidamente la bola en su bolsillo derecho.

-¡Es la blanca! -dijo Saúl entusiasmado.

-Si es así, déjame comprobarlo -insistió Aura.

-Es muy fácil comprobarlo -respondió Saul-. Como has dicho, en esa bolsa había varias bolas, todas ellas negras, excepto una blanca, ¿verdad?

-Así es -respondió ella.

-Entonces, si yo digo que la bola que he cogido es blanca, dentro de la bolsa, solamente deberían quedar bolas negras, ¿no es así?

Aura miró el interior, y tal y como había dicho, únicamente había bolas negras. Cerró la bolsa, y ató un nudo con las cuerdas de cuero, y se la dio a Saúl.

-Enhorabuena chicos -dijo Aura felizmente-. Habéis pasado las pruebas, y eso os convierte en los primeros humanos en pasar la prueba del involdium.

Todos se juntaron para abrazarse y compartir la emoción que sentían en ese momento. Los barrotes de la salida desaparecieron, y volvió a abrirse el hueco en la pared por el que Aura había entrado, hace varios minutos.

Aura se separó del grupo y se dirigió al agujero.

-Venga, seguidme, no tenéis mucho tiempo, ahora os explico lo que he descubierto.

Los chicos esperanzados, se despidieron de los dos guardianes y siguieron a Aura. En poco tiempo llegaron a un pasillo oscuro, en el que no se podía saber lo que estaban pisando, ni a dónde iban.

-De acuerdo, ¿qué era eso que habías descubierto? -Preguntó ansioso Carlos.

-La persona a la que estáis buscando...

-¡¿D.Miguel?! -exclamó Saúl.

-Sí, ... bueno, puede. Alguien salió por una puerta en cuanto sonó la alarma, y he pensado que podría ser vuestro profesor. Estamos a punto de llegar.

-¿A dónde? -Preguntó Víctor.

-A la puerta -respondía Aura- ¿a dónde va a ser?

Comenzaron a ver una luz al fondo, y fueron rápidamente para llegar. En pocos segundos, vieron que era la puerta de la que había hablado anteriormente Aura.

-¿A dónde lleva esta puerta? -Preguntó Iván.

-Pues, no lo sé -respondió Aura.

-Entonces -dijo Mario mientras habrá la puerta-, habrá que entrar para saber a donde lleva.

Mario entró por la puerta, y descubrió, a donde llevaba, de nuevo al instituto. Uno a uno fueron pasando por la puerta.

-¿Estáis seguros de que este es nuestro verdadero instituto? -Preguntó Tomás en cuanto entró por la puerta.

La última en entrar fue Aura y en cuanto la vieron, todos dijeron al unísono:

-¡Es nuestro instituto, sí!

Aura ya no tenía su cuerpo normal, esta vez parecía un esqueleto, sin piel, sin pelo, y la ropa que llevaba estaba rasgada, y un poco quemada. En cuanto Aura miró su mano, pegó un chillido, que dejó sordos, por unos instantes, a los presentes. Aura volvió a entrar rápidamente por la puerta y la cerró con un portazo. Mario fue de nuevo a la puerta, pero en cuanto la abrió, volvió a ser la clase que siempre había sido. Intentó, volver a abrir y cerrarla varias veces, peor sin conseguir ningún cambio.

-¿Por qué hemos vuelto aquí? -Preguntó Víctor-. ¿No deberíamos de haber vuelto por la puerta que hay cerca de la biblioteca?

-Tienes razón -respondió Mario- deberíamos buscar a los demás.

-¿Os habéis dado cuenta de que son las 12 de la noche? -dijo Carlos mientras miraba el reloj del pasillo.

-¿¡Enserio!? -exclamó Iván-. ¡Vaya!, pues tendremos que salir ya.

-Pues a ver cómo lo haces -respondió Carlos mientras se acercaba a las puertas de entrada-, porque desde las 9 de la noche, las puertas del edificio de aulas, están cerradas, y también las verjas.

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⏰ Última actualización: May 14, 2016 ⏰

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