Capítulo quince: Consumo mañanero.

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Me levanté con el dolor de mi cabeza dando fuertes latidos y el condón en la mano, volví a guardarlo a penas me puse a caminar, necesitaba beber algo, cualquier cosa para dejar de sentir tan seca mi garganta. Aprovechando buscaba a los chicos entre las personas que estaban en el piso durmiendo mientras rogaba que la tipa no me haya pegado alguna enfermedad por lo estúpido que fui, llegué hasta el auto del Bestia sin darme cuenta, pero éste no se encontraba en él, me senté a un lado ya que parecía el único lugar con sombra por el momento, el dolor de cabeza no me dejaba pensar y comencé a cabecear, mis ojos se cerraban solos así que me recosté a un lado del auto y sin darme cuenta me volví a dormir. Desperté con una risa conocida y algo que me pinchaba el costado, al abrir los ojos me encontré con el Yelo tocándome con la rama de un árbol.

– ¡Yey! Está vivo – Gritó haciendo que mi cabeza diera la puntada más fuerte de la mañana, me llevé las manos a la cabeza rápidamente – ups, lo siento – Susurró

– ¿Cómo lo haces para despertar tan bien weon? – Tapé mis ojos con el antebrazo derecho intentando impedir el paso de la luz y así disminuir aunque sea un poco el maldito dolor.

– Jalando – Respondió mientras sacaba algo de su pantalón – La dama sirve para todo Nico – Sentí el suave toque de algo pequeño sobre mi pecho y al sacar mi mano me encontré con una bolsita de coca a medio llenar.

– Tengo que comprar más, ayer me la jale toda – Susurré tomando a la pequeña con delicadeza entre mis manos – ¿Cuándo me puedes acompañar?.

– Yo compré hace poco, te vendo una bolsa que tengo en la pieza del Naiko – Estaba recostado en el piso a mi lado.

– Bueno – Saqué mi billetera donde encontré rápidamente el carnet junto a la tarjeta del happyland, vacíe con cuidado un poco menos de tercio de la bolsa y armé dos línea delgadas, Yelo me observaba en silencio a mi lado, saqué un billete para hacer la bombilla pero me detuvo.

– No uses billetes weón, son muy sucios.

Sacó de su billetera un papel de cuaderno el cual envolvía varios papelitos de un tamaño regular, me entregó la mitad y me enseñó a enrollarlo, ya listos todos los pasos jalé primero con el orificio derecho para repetir el paso con el izquierdo y a los minutos el dolor de cabeza había desaparecido, me sentía como nuevo y con toda la energía del mundo, limpié mi nariz inconscientemente como si el polvillo se hubiera quedado en ella y me recosté a un lado del yelo.

– ¿El Bestia? – Me parecía raro no topármelo en el auto como antes, pero olvidaba que el pesho ya no estaba con él.

– Está durmiendo con el Edgar y el Naiko – Contestó con sus ojos cerrados.

– Ya, no te duermas ahora que me despertaste ¿vamos a bañarnos a la piscina? – Me senté de golpe.

– No que asco – Sonrió – Esa weá si que está tapa en semen – No pude evitar reír – Pero vamos a comprar para el desayuno ¡me cago de hambre!

– Ya bueno – Me levanté para tenderle la mano y que se levantara.

Realmente no tenía nada de hambre pero, entre quedarme tendido sin hacer nada preferiría ir a comprar. Recorrimos las calles cercanas a la casa del Naiko a pie, encontrando varios negocios los cuales estaban cerrados, llegamos a un supermercado y aprovechamos de comprar distintas cosas

– ¿En cuánto me dejas la dama?.

– 5 lucas y una paja – Sonrió el yelo alzando su ceja derecha.

– Olvida la paja, no me la hago ni yo – Sonreí mientras ponía las compras en la caja.

– Entonces te la hago yo – Susurró en mi oído provocando un cosquilleo, tomé su mentón con una mano y lo acerqué a mi rostro.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora