Capítulo treinta: Es riesgoso.

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– Eres idiota – Rió el Bestia mientras me afirmaba por la cintura en la cocina, estaba sobre la silla intentando sacar un pocillo que el Yelo había "guardado" sobre el mueble.

– Pero si tienes la vista más hermosa de tu vida, acéptalo – Sonreí al bajar y topármelo de frente.

– Creo que existe una mejor – Susurró.

– ¿Cuál? – Levante ambas cejas repetitivamente y un tono carmín tomó su rostro cohibiéndolo, besé su mejilla y salí de la cocina. Mi mente me pedía a gritos que lo besara que me olvidará nuevamente de todo y me quedara con él.

– Hola – Levante la vista para encontrarme con un Jaime sonriendo – ¿Cómo estás?.

– Bien – Sonreí, su dentadura perfecta y sus dientes blancos era algo que aunque no quisiera extrañaba – ¿Y tú?.

– Súper bien.

Conversamos toda la noche, algo sumamente agradable a pesar de lo que tenía en mente. Al final el ruliento no era tan desagradable como pensaba. Pero seguía siendo el mismo Jaime sobre la nube, arrogante, creído y sobrado. El Bestia me miraba de vez en cuando, sonriendo al darse cuenta que nuestras miradas se encontraban con algo de picardía. Sentí cuando el Naiko se tiró a mi lado, ebrio a más no poder bailaba sentado, la risa me gano y junto al Jaime nos reíamos de él, mientras preguntaba con el ceño fruncido de que chiste se había perdido.

– ¿Qué pasa? – Gritaba sin que pudiéramos contestarle por los repentinos ataques de risa que junto con lo consumido no se podían detener.

La noche fue bastante agradable a pesar de lo que había pasado hace siete u ocho meses atrás, solamente consumí hierba ya que el Bestia no me dejaba consumir coca hasta nuevo aviso, o sea nunca frente a él lo tenía claro, tampoco pensaba hacerlo

– Anda a dejarme y te doy un regalo – Murmuró el Naiko y lo miré de reojo y una sonrisa traviesa se asomaba en su rostro.

– ¿Y el keke? – Miraba nuestro alrededor sin verlo.

– Está con una weona, no lo quiero interrumpir – Frunció el ceño - ya po' Nico que me siento mal, te doy un regalo en serio.

– Ya oh vamos – Me levanté del asiento y le tendí la mano, nos despedimos del resto explicándoles que el Naiko no se sentía bien; estaba bastante ebrio; hasta que me topé con la mirada asesina del de la sonrisa bonita – ¿Qué?.

– Pensé que se te había pasado – Bufó.

– No sé de que hablas – Le di la espalda sin ganas de pelear y para alcanzar al Naiko en la puerta

Me tomó la muñeca con una fuerza que me hacía daño, nunca entenderé la agresividad del Jaime.

– ¿Te puedo acompañar? – Susurró muy cerca de mi oído.

– No volveré para acá – Respondí alejándome de él.

– Yo tampoco – Apretó mi muñeca y asentí para que me soltara ya que había tomado un color rojo.

Se despidió del resto y nos encontramos en la calle, el Naiko se fumaba un cigarro y el Jaime se le unió apenas dimos unos pasos en dirección al hotel donde estaba durmiendo el de pelo largo. Llegamos a su dormitorio y en segundos me tomó la mano y me llevó al baño, cerró la puerta con llave tras de mí dejando al Jaime fuera con el ceño fruncido.

– Éste es mi regalo – Su mano sacó del bolsillo una bolsa con un polvillo parecido a la coca pero más transparente – Es meta de la buena, no llega mucho a Chile y es carísima, disfrútala con responsabilidad weón – Me miraba fijamente bastante serio.

Hasta que mi cuerpo aguante [Historia Gay] (GOTH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora