cuatro

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Viejos amigos y los Médicos del pavor.

Lena despertó de su pequeña siesta y estaba hambrienta. Bajó las escaleras, dirigiendose a la cocina, abrió la heladera y tomó una manzana para luego sentarse en su sofa. No había pasado más de cinco minutos que le empezó a doler la cabeza y, también, le estaba faltando el aire. Salió de su casa a tomar un poco de aire y decidió ir a caminar un rato, para despejarse.
Le mandó un mensaje de texto a su madre, diciéndole que fue a explorar un poco y que no tardaría demasiado.

Empezó a caminar y a observar cada mínimo detalle, era tal cual como Allison se lo había descripto. Lena y su familia se habian mudado a Beacon Hills sólo por un capricho de ella, era el lugar donde Allison, su mejor amiga, había pasado su últimos años y ella necesitaba y quería estar donde ella estuvo la ultima vez. Lena sintió como una lágrima caía por su mejilla y decidió parar un poco, al alzar la vista se dió cuenta que se encontraba en el Instituto de Beacon Hills y de repente, sus ojos se volvieron dorados.

La chica todavia no tenia control sobre ellos, nunca antes los había utilizado, sólo sabía que aparecian cuando estaba cerca de algo sobrenatural o, también, cuando estaba furiosa. De repente escuchó un rugido, pero no uno cualquiera.

Sabia de quien se trataba.

La bestia

Se adentró al instituto y como siempre no estaba sola, se escuchaban voces, dos para ser exacta, pero luego todo era silencio.
Lena sintió como algo la rasguñaba la espalda, volteó y se dió cuenta que no era algo, sino alguien.

La misma chica que había atacado a Scott la vez anterior, la cual en estos momentos se encontraba muy sorprendida.

—No puede ser, eres inmune —la miró sorprendida.

—Sabes no entiendo de que estas hablando, pero eso fue algo que nunca debiste hacer — la otra chica la seguía observando sin entender. La cazadora seguía con sus otros ojos, entonces obligó que la chica se clave sus propias garras y debido a eso cayó al piso, algo inmóvil.

— Perra —escupió la chica. Lena sólo sonrió con sastifacción.

Se escucharon aplausos, Lena volteó y se encontró con el chico de la remera rosa.

—Sabía que eras tú —soltó alegre —Nunca podría olvidar tu rostro.

Lena frunció el ceño —Seguro te estás confundiendo con otra persona.

— Lena Douleur, tanto tiempo sin vernos ¿No me recuerdas?—preguntó sonriendo.
Esa sonrisa le pareció familiar, era la misma que tenia su mejor amigo de la infancia.

—No puede ser—sonrió la chica —¿ Theo Raeken?—preguntó sorprendida, sin poder creerlo. Él asintió.

Ella corrió y lo abrazó.

De vez en cuando, Lena venía a Beacon Hills por asuntos de sus padres y visitaba a theo y a su hermana, los tres eran grandes amigos, se podría decir que eran inseparables. Pero después de algunos años sus padres ya habían acabado con los asuntos en el pueblo y nunca más regreso.
Había dejado a Theo y a su hermana.

—Siento tanto lo de tu hermana—se disculpó, recordando lo que le había pasado a su hermana, la cual había fallecido unos años después de que ella se marchara, por lo que había escuchado había fallecido en un lago por hipotermia.

—Está bien, no te preocupes pasaron varios años ya— la tomó por hombros y la observó fijamente a los ojos —Siempre tendremos algo de ella en nuestros corazónes.

Le dedicó una sonrisa, la cual se borró minutos después. Se escucharon pasos y algunos ruidos raros provenientes de los pasillos, Lena iba acercarse a ver pero Theo la detuvo.

—Tienes que irte —le ordenó.

—¿Por qué?.

Y de la nada aparecieron tres hombres demasiados raros y con unos cascos muy aterradores, la cazadora había escuchado sobre ellos, sabia quienes eran pero nunca pensó que fueran reales.

Los médicos del miedo.

Theo se acercó a ellos y uno le habló —Vete —le ordenó

—¿Donde está? —preguntó Theo

—Ya tienes tu manada.

—No es suficiente —dijo Theo—Mírame a los ojos —sus ojos se vuelven amarillos.
—¿Te parecen rojos? No soy un alfa, ni siquiera soy un hombre lobo de verdad.

Lena estaba confundida, sabía sobre la reputación de aquellos tres hombres y si estaba en lo correcto, Theo, al parecer, trabajaba para ellos. Por eso, cuando lo vió por primera vez no sintió su aroma, no sintió el aroma a hombre lobo, el cual se los enseñan a todos los cazadores de su familia, era un largo proceso de aprendizaje, pero ayudaba a los cazadores a hallarlos rápido.

La mente de Lena ya se encontraba despejada, Theo no se había convertido por una mordedura o por un rasguño de un alfa, él fue un experimento y consiguió su manada ayudando a estos tres hombres.
Theo no era quien Lena creía, por dios y solamente había pasado un par de horas.
Todo se volvió silencioso cuando se escuchan unos fuertes pasos, algo raro había por detrás de los médicos y observó que era la bestia, la cual se iba acercando a ellos. Sin darse cuenta, Lena estaba retrocediendo algunos pasos, estaba aterrorizada, llevó sus manos a su boca, en acto de sorpresa cuando observó que la bestia en su mano llevaba la cabeza de un hombre. La bestia lanzó un rugido, uno tan fuerte que hizo que Lena lleve sus manos hacia sus oídos y cierre fuertemente los ojos. Los casilleros empezaron a temblar, a causa de ese rugido tan fuerte, temía que la escuela se cayera a pedazos.
Abrió sus ojos, despues de que el rugido se detuvo, observó donde anteriormente se encontaba la bestia, pero está no se encontraba y los médicos tampoco.

Habían desaparecido en segundos, como si nada.

[*]

—¿Qué carajos sucedió allí dentro? —le gritó a Theo, esperando una buena explicación.

—¿Te encuentras bien, Lena?—fue lo unico que dijo.

Lena asintió.

Tracy, así se llamaba la chica, se encontraba a unos pasos todavía recuperadose de su parálisis.

—¿Quieres que te lleve a tu casa? —preguntó Theo.

— No, caminaré hasta allí, necesito pensar, a solas—él asintió.

Besó su mejilla y se retiró con Tracy, dejándola sola.

[Editado]

Golden eyes [TW]S.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora