❦Capítulo 01❦

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Y los años marcaron su lugar en la línea del tiempo

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Y los años marcaron su lugar en la línea del tiempo. Así como lo había prometido aquél ser, desapareció como si nunca hubiera existido.

Eso provocó un alivio en el próximo heredero al trono, pero poco después los problemas surgieron; La enfermedad 'Endzeit'.

Karlheinz comenzó a investigar el genoma y los orígenes de la enfermedad que hizo que la Primera Sangre se extinguiera. El predijo que la enfermedad se extendería por toda la raza humana, por lo que buscó una manera de evitarlo. Más tarde quiso crear una 'Nueva Raza', una que perdurará por más tiempo. Y según él, para crear esa nueva raza necesitaría utilizar su sangre y la sangre de una mujer de los 'Primera Sangre'.

Posteriormente, el Señor de los Demonios tuvo una hija (Cordelia) que heredó la sangre de su madre. Karlheinz planeaba usarla para que se convirtiera en el primer Adán de la nueva raza. Por lo tanto fue enamorando a Cordelia teniéndola ante sus pies a una edad temprana, queriendo él apresurar a Cordelia para darle hijos.

Volviendola su primer esposa.

Pero el plan no funcionó, por no convertirse en Adán, él la culpó, pero en realidad era su culpa, por haberle enseñado a ella los falsos significados del amor y de no ser capaz de amar.
Como los demonios eran incapaces de amar, empezó a pensar que no había razón para salvar a la raza demoníaca por lo que quería acabar con ella para crear la nueva especie.

Tiempo después, Karlheinz se casó con Beatrix, su segunda esposa.
Sin embargo, él no le daba su amor ni afecto, siendo incapaz de expresar tales sentimientos, y la usa en sus juegos como con su primera esposa.

Siendo la primera esposa en quedar embarazada.

Apenas lo supo, una supuesta felicidad expresaba en su semblante de quien ahora era un hombre mayor, pero detrás de aquella faz permanecía oculta la alegría de por fin deshacerse de aquél ser. El momento había llegado.

Así que esa misma noche después de haber recibido la noticia, comenzó un ritual que sabía de memoria.

Creó un ambiente adecuado y dejó la habitación iluminada de forma tenue mediante las velas encendidas y meticulosamente ubicara, una a lado de la otra formando un círculo en el piso, colocó a su vista cada uno de los elementos consagrados listos para ser usados, el aroma del incienso se extendió en cada rincón de la habitación mientras era consumido por el fuego y cuando todo estuvo en orden, lo invocó.

Con el sello que le pertenece, en medio de todo, exactamente a sus pies y el athame en mano, trazó el circulo de protección y recitó las palabras escritas en su grimorio.

Pronto, un joven de cabellos oscuros apareció, viéndolo de nuevo... él conocía esa mirada, era una que había esperado salir a flote durante todos estos años, el anhelo por despojarse finalmente de las cadenas que lo unían a ese demonio para colocárselas a su primer sucesor.

𝐄𝐋 𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎 | 𝐃𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora