❦Capítulo 02❦

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Cuándo el primogénito de Karl nació, pensaba que tal vez eran alas lo que le faltaba al pequeño Shu Sakamaki

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Cuándo el primogénito de Karl nació, pensaba que tal vez eran alas lo que le faltaba al pequeño Shu Sakamaki.

Lo había visto crecer al igual que sus hermanos, conocía perfectamente cada faceta suya.

Siempre lo veía durmiendo en cualquier lugar, ya sea en la sala sobre algún sillón o en la sala de música. Era el tipo de estudiante que se salta las clases porque es demasiado ocioso como para ir.

Hoy le haría un favor a Karl.
Le daría comienzo a la acción de irrumpir en sus sueños y entrar en su mente, llenándole de ensoñaciones pecaminosas y prohibidas.

Cambiar y cargar el ambiente a su antojo, solo con su prodigiosa fachada.

Es en lo que más destaca.

Apareció en su habitación y se acercó lentamente, subió la cama y sonrió para si mismo antes de dar el siguiente paso para que lo conociera también, se acercó un poco más y entonces sus labios se unieron en los suyos con un toque casi imperceptible y de ese modo abrió las puertas de su mundo onírico por primera vez para reinar en él.

Esta noche el pequeño Shu no iba a dormir.

Esta noche el pequeño Shu no iba a dormir

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Desorientado, así se sentía.

Estaba recostado sobre sus desordenadas sábanas, despojado totalmente de cualquier tipo de prenda que le dé un tipo de abrigo a su cuerpo, con su respiración entrecortada e irregular.

Su piel estaba cubierta de una fina capa de sudor, que le daba una tonalidad un tanto más inmaculada, debido a la luz que se colaba por las persianas desgastadas de aquella tenue ventana, que permitía divisar desde lejos aquel hermoso satélite natural o como todos logicamente le conocemos, la luna.

Estaba un tanto desorientado, mientras sentía un calor que colmaba su anatomía, provocándole una sensación de placer, pero lastimosamente se ha comenzado a trasformar en una horrible exasperación que necesita ser saciada ya mismo, mientras le recorre de las puntas de los dedos de sus pies, hasta el último cabello que alberga su cráneo.
Se remueve en busca de alivio, pero extrañamente sus muñecas se encuentran atadas al cabecero de la cama con unas firmes cadenas. Hace esfuerzo en moverse en su intento de romperlas y desatar sus delgadas muñecas de aquella prisión, pero se sentía débil.
Un leve roce entre sus muslos, le hace sentir un extraño hormigueo instalado en su parte baja, junto a una extraña sensación, albergada en el centro de su pecho, clamando por ser provocado nuevamente a como dé lugar.

𝐄𝐋 𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎 | 𝐃𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora