❦Capítulo 05❦

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Laito se sintió ligeramente abrumado por la sensación que denotaba aquel contacto, gimió sonoramente al sentir cómo los colmillos de aquel ser, se le encajaban en la lengua mordiéndolo y luego en el labio inferior tirando del mismo. Sus hábiles manos le recorrieron la cintura por sobre la tela de la ropa dejando que un cúmulo de sensaciones le hiciera hormiguear la piel.

Su mirada profunda le provocaba escalofríos el cual le recorrio desde la base de la espina dorsal a la punta de los alborotados cabellos castaños. Lo hacía actuar en completa sumisión ante aquél ser lo cual lo exitaba aún más, la forma en la que las manos de éste lo recorrían lascivamente, en un rápido y desesperado movimiento sus manos le desgarraron el pecho de la camisa, arrancándola como si no la tuviera sujeta por detrás del cuello, la tela se abrió par en par como si estuviera rasgando una hoja de papel.

Todo le era completamente exitante.

Procedió a besar una vez más los apetitosos labios del castaño, jugueteando hábilmente con su lengua recorriendole aquella mojada cavidad hasta lo más profundo que pudiese ir, ahogando cada suspiro y jadeo que el oji-verde profería removiendose bajo su peso.
Era un beso fogoso, perverso, indecoroso e inmoral, con solo ese simple toque Laito sentía como su cuerpo reaccionaba más de lo normal. Se sentía completamente estimulado con ese beso; cerro las piernas apretandolas entre si, para evitar correrse en sus pantalones por aquel simple sofocante beso.

El azabache gruño molesto alejándose del beso que compartían y con una escurridiza mano le separó las piernas lo suficiente, su palma quedó descansando sobre el miembro del oji-verde y lo frotó por sobre el ajustado pantalón que aún conservaba dejando una sinfonía de dulces gemidos iniciará para su deleitó.

Posó sus labios una vez más sobre la base del cuello de Laito y empezó a repartir una serie de besos húmedos que iban acompañados de ligeras mordidas además una que otra estancia en un punto fijo dónde con fuerza succionaba su piel dejándole una bonita marca color carmín que pronto se volvería violáceo oscuro. Guío su recorrido hacia las clavículas las cuales recorrió con la punta de su nariz olfateando el dulce aroma que desprendía, su sangre le pedía a gritos que perforara su piel y beba de aquel manjar, pero no lo hizo, bajo por su pecho hasta dar con el sensible botón rosa que era el pezón del menor, pellizcandolo entre sus dientes lo hizo arquearse con fuerza debido a la sensación de aquel lugar, con su lengua lo presionó ligeramente sintiendo como está se endurecía bajo la húmeda atención que le daba.

-Ah~ n-no muerdas tan fuerte-pidio Laito en un gemido ahogando, podía ver como de sus labios un fino hilo de baba se le resbalaba recorriendole la barbilla.

Pensó que aquello sería un desperdicio así que regresó al rostro de Laito para pasar su áspera por aquel mojado camino que dejaba la gota de saliva a su paso y la tomo con gusto en su boca, la repentina acción alarmó al menor quien ladeó la cabeza.
Con su dedo pulgar e indice los tomo de las mejillas un poco más fuerte de lo que le hubiera gustado, dejando unas pequeñas marcas rojas con la forma de las yema de los dedos.

-No me digas que tengo que hacer o tendremos problemas-advirtio firmemente a pocos centimetros de distancia.-¿Entendiste?

Una sonrisa coqueta se poso en los labios de Laito y asintió ligeramente. Lo soltó sin cuidado dejando que su rostro cayese hacía un lado y volvió a su tarea de antes de besar el cuerpo del chico. A Laito le exitaba la forma indiferente en la que lo estaba tratando como si no le importase nada, solo saciar sus deseos más oscuros.

Un nuevo gemido salio de sus labios cuando las uñas del mayor se le encajaron alrededor de las caderas presionando con fuerza contra su erección ya totalmente despierta.

𝐄𝐋 𝐓𝐑𝐀𝐓𝐎 | 𝐃𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora