Aún recuerdo esos momentos de confusión, en los que no sabía si yo era más que un simple juego para ti.
Pero que después, cuando besabas mi frente o me abrazabas, todos esos pensamientos negativos desaparecían.
Recuerdo estar aún más confundida cuando te abrazaba y tú parecías no querer hacerlo; apenas pasando tus brazos sobre mi cintura, como si fuese una obligación.
Recuerdo estar prendida a tu brazo, abrazándolo con fuerza mientras tú seguías platicando con nuestros amigos en común sobre fútbol, sin siquiera sostenerme de vuelta.
Todo se sentía tan vacío.
Recuerdo no saber que era lo que estaba pasando, así como lo estoy en estos momentos.
Recuerdo ese día, en el que después de no hablarnos por una semana, te volví a ver; tenias tu mirada fija en mí, te sostuve la mirada por un momento, era como si trataras de desarmarme y descifrar mis misterios. Después de mirarnos por unos segundos, que parecieron eternos, corte el contacto visual, te voltee la cara y huí, lejos de ti.
Recuerdo, esos momentos en los que no sabía que estaba pasando, en los que no sabía porque te habías marchado y que pensaba lo peor.
Recuerdo despertar en la madrugada después de que mi subconsciente me jugará una mala pasada, al estar tú en mis sueños, pidiéndome perdón, diciéndome que me querías y que volveríamos a estar juntos.
Recuerdo ese día en el que estábamos de vuelta a clases, después de un mes y medio de vacaciones, tiempo en el cual no habíamos cruzado palabra alguna.
Recuerdo haberla visto colgada de tu cuello caminando por el pasillo, mientras la sostenías fuertemente de la cintura.
Recuerdo como mi corazón se rompía un poco más.
Recuerdo nuestras miradas conectadas, mirándonos fijamente, mientras ella reía, sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo.
Recuerdo haber volteado los ojos con fastidio, tratando de ser de lo más fuerte posible, tratando de calmar a mi pobre corazón antes de entrar a la siguiente clase.
Recuerdo haberme tragado todas mis lágrimas.
Recuerdo querer dejar todo esto atrás, olvidar lo que algún día fuimos y seguir adelante.
Pero que al recordar tus brazos rodeándome cuando tenía frío, al recordarte diciéndome que no me soltarías aún cuando te pedía que te alejaras cuando estaba molesta contigo, al recordar cuando me deseabas las buenas noches, cuando hablábamos sobre la vida mientras nos abrazábamos, cuando recordaba cómo tus brazos tenían la capacidad de calmarme y hacerme sentir tan bien, que al recordar tantas cosas perdía cada vez más las ganas de olvidarme de ti por completo.
Y es que los recuerdos son los que te matan de a poco, porque a pesar de no estar contigo, viviéndolo, ellos siempre estaban ahí, pasando todos de a montón en mi mente como si de una película se tratara.
Así impidiendo, que mi pobre corazón te olvidara, torturándome y matándome de a poco.