Capítulo 10

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 Fueron apenas un par de segundos en los que se quedó sin habla pero al parecer Kyros no estaba en su momento más paciente.

—¡Contéstame!— exigió entre dientes— ¿es Alan? ¿es por eso que no quieres estar conmigo?—demandó saber.

Eliott estaba tan sorprendido y sobrecogido por el enojo ajeno que instintivamente se mantuvo quieto y sumiso bajo su presión.

—No sé de qué hablas— le respondió sinceramente.

—¿Estás enamorado de Alan? Cuando terminamos de grabar te aferraste a él como un niño, me dije que era producto de lo buen actor que eres, pero incluso te sonrojas como una colegiala con él— gruñó y Eliott pasó duro.

—Estábamos bromeando— se justificó sin saber realmente por qué lo hacía— No...— pasó duro nuevamente, no podía dejar de ver los ojos de su interlocutor, uno azul y el otro dorado, los había visto muchas veces pero no recordaba haberlos visto tan encendidos antes— No estoy enamorado de él— aseguró y Czar pareció calmarse un poco, relajarse apenas lo suficiente como para aflojar la presión sobre su pecho para permitirse acariciar por encima de la tela el camino desde su torso hasta su rostro, con la misma mano que lo había empujado antes lo acuno casi gentilmente.

—Eso está bien— aprobó, Eliott había creído hasta ese momento que podía tratar con aquel hombre, se sentía orgulloso de su propia entereza pese a el caos emocional que este le provocaba. Se había equivocado, él no se había impuesto jamás, era Kyros el que lo había dejado ser— Hasta ahora he sido paciente contigo – le habló suavemente, como el siseo de una serpiente, bajo y peligroso— Lo he hecho porque estoy seguro de que anhelas estar conmigo casi tanto como yo contigo. Puedo soportar tu timidez o tu cobardía— deslizó la mano de su rostro a su cuello con infinito cuidado— Pero no toleraré que seas de nadie más ¿Entiendes Eliott?— preguntó y aunque el tono era dulce y suave aún sonaba peligroso. Eliott asintió lentamente y Czar se inclinó sobre él dejando un casto beso en sus labios— Buen chico— lo felicitó y se enderezó, dejando su cuerpo libre y se sentó tranquilamente a su lado, como si aquella conversación no hubiese sucedido. Bajó el vidrio ahumado y le indicó al chofer que se detuviera más adelante— Nos veremos después Eliott-. Se despidió antes de bajar.

Eliott no pudo responder, se quedó quieto en su sitio hasta que la voz de su chófer le sobresaltó.

—¿Está bien, señor?— le preguntó y él no entendió a qué se debía la pregunta— Luce pálido— le informó y Eliott levantó la mirada al espejo retrovisor, efectivamente el color se había ido de su rostro.

—Estoy bien— sintió alivio al notar que su voz no temblaba— Gracias.

Le dejaron en su hotel, le costaba centrarse, su cabeza estaba llena de Czar Kyros, de sus palabras, de la sensación de su calor inundando su cuerpo. Inevitablemente su mente regresó a la noche en que había encontrado el cielo en sus brazos. Como un autómata Eliott caminó a su habitación, se quitó la chaqueta y se sentó en el borde de la cama. Cuando levantó la mirada se encontró con su reflejo observándolo desde el espejo, con los ojos vidriosos y las mejillas encendidas. Había pasado de pálido fantasma a acalorada grana.

Se llevó una de manos a la boca, Dios... su corazón estaba acelerándose sin motivo, bum bum, golpeteando en su pecho y ¿qué le pasaba a su estomago? ¿Por qué se sentía como si girara dentro de él? Lo atacaron también escalofríos y un hormigueo en el vientre bajo, no recordaba haberse sentido así jamás.

Eliott se dejó caer en la cama y se cubrió el rostro con las manos, la imagen de Czar, molesto y celoso se coló por debajo de sus párpados y repasó nuevamente sus palabras ¿Era posible que ese hombre fuera en serio con él?

El toque de CzarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora