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Habían pasado varios meses desde aquel incidente que se llevó la vida de toda una familia por delante, desde entonces, la tensión se respiraba por todos los rincones del pueblo; desconfiaban de cualquiera, y los castigos que ponían, en la mayoría de los casos no te dejaban con vida.

Alejado de todo problema, en un pequeño descampado repleto de flores de todos los tamaños y colores, se encontraba una joven dama, de largos cabellos del color de la sangre y recogido en dos largas trenzas, las cuales estaban llenas de flores, que ella misma había ido colocando a medida que recogía flores.

La joven, iba ataviada con un largo vestido color carmesí, con un gran lazo negro en su espalda, aquellos colores hacían resaltar aún más su tez pálida, únicamente coloreada de rosa en sus mejillas.

Portaba una cesta en la cual iba metiendo las flores que recogía y, poco después del medio día, decidió que era hora de regresar a casa, por lo que, emprendió camino a su casa, corriendo, lo cual hacía volar su vestido.

-¡Madre! He llegado a casa. -Canturreó la joven con alegría nada más llegaba a casa, a los pocos minutos, una señora de cabellos largos y rojos, aunque algo más pálidos que los de su hija, salía de una habitación. Era una señora amable y sonriente, de baja estatura, quizás por el paso de los años.

Se acercó con una gran sonrisa a su hija y la abrazó tiernamente.

-Grell, cariño, ¿Se te ha vuelto a pasar la hora? -Dijo ella mientras le abrazaba a la vez que acariciaba su cabello apreciando las flores que habían repartidas por su cabello. Entonces, entró un hombre alto, de cabellos azabaches y ojos grises, transmitían frialdad y seriedad, pero en realidad se trataba de un hombre bastante tranquilo, paciente y amable.

Miró a Grell y suspiró con pesadez.

-Hijo... ¿De nuevo vistiéndote como si fueras una mujer? -Comentó mientras le miraba detenidamente de arriba a abajo. No tenía nada en contra de los gustos de su hijo, pero no terminaba de agradarle la idea de que fuera por ahí vestido como una mujer, aunque había que admitir que era muy guapa, y es que, Grell había logrado engañar a todo un pueblo entero usando su belleza, e incluso, ganándose varios pretendientes.

Pero lo que realmente sentía su padre era miedo, aún en el siglo XIX, la homosexualidad era considerada como una enfermedad mental además de como el peor de los pecados que alguien podía cometer, y, en el mayor número de los casos, no dejaban salir con vida a la ''víctima''. Y eso era lo que temía su padre, no quería perder a su único hijo.

En cambio su madre le apoyaba completamente, e incluso le regalaba vestidos y le prestaba algunos suyos, además de que pasaban largas tardes peinándose y divirtiéndose. Su madre siempre había deseado tener una hija, pero Grell era aún mucho mejor. Pero, aparte de ellos dos y su difunto compañero, nadie conocía el verdadero ser del joven pelirrojo, todos pensaban que era una dama, una joven y hermosa dama, y mientras fuese así, no habría problema alguno.

Todos los problemas comenzaron una cálida mañana de primavera, cuando un barco llegó al puerto de aquel pueblo, y de él, bajó una familia de cabellos azabaches y ropas de tonos plomizos y sombríos, los cuales se instalaron en una de las casas más lujosas situadas en el centro del pueblo, próxima a la casa de los Sutcliff, una reconocida familia por su fortuna.

El joven recién llegado decidió salir a dar un paseo, así conocería el lugar en el cual ahora debía vivir, aunque, si por si fuera se quedaría eternamente en su habitación estudiando y leyendo libros... Entonces un golpe le hizo perder el equilibrio, pero, aunque no llegó a caerse si notó que alguien si lo hizo...

-Ay.. ay... duele..-Dijo Grell entre pucheros llevando su mano a la parte baja de su espalda y acariciándola encima del vestido buscando aliviar así el dolor, y al ver que no lo lograba empezaba a sentirse más y más molesto con la persona que le había tirado al suelo y que aún no se disponía a ofrecerle ayuda.

Alzó la cabeza buscando la mirada de la otra persona para regañarle, pero una vez la encontró, quedó perdido en aquellos ojos.


Aquí la primera parte de esta historia, la cual aviso será bastante larga, pues cuando comienzo una historia tiendo a alargarlas muchísimo. La he subido tan rápido debido a que sólo he tenido que pasarla al pc, por lo que la segunda parte seguramente esté en unos días. -GrelleSutcliffDeath.

Mi amada carmesí.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora