Todo comenzó con una criatura que nunca debió nacer o siquiera existir, creada por la lujuria de un ser oscuro y el amor de un ángel.
Los arcángeles al descubrir aquel pecado, decidieron sacrificar a esa criatura.
Mientras que los demonios querían domar y criarla para obtener una nueva especie, aquella que sumisamente viajara a la tierra y causara el fin de la humanidad.
Y como todo pecado conlleva un castigo: Leviatán, almirante del infierno, como consecuencia fue relevado de su cargo y condenado al infierno por la eternidad. Mientras que Judith una de las hijas de Dios, fue despojada de sus alas y arrojada al mundo humano lejos de la civilización, en una cabaña en medio del bosque.
Ángeles y demonios, esperarían a que la criatura naciera y sin reglas quién la ganará podría disponer de ella.
Judith no tardo en descubrir aquellos planes. Busco a un hechicero e hizo un trato con él para que escondiera al ser que se encontraba dentro de ella, donde nadie pudiera encontrarlo jamás.
Los meses restantes Judith se encontraría al cuidado y vigilancia de Helen una señora de mayor edad, quien ayudaría a recibir a la criatura y la lanzaría a su suerte.
Y cuando el día esperado y temido llegó, Judith asustada, temía que en cualquier momento llegaran a reclamar a su hijo.
Mientras la anciana ayudaba en la labor de parto le dijo sin ningún sentimiento en su voz que debía tranquilizarse o no podría tener a su adefesio.
Nunca antes había sucedido algo parecido o al menos no en mucho tiempo y era de esperarse que todos temieran a ese pequeño ser que nacería.
En aquella habitación alumbrada solo con un par de velas que apenas alcanzaban a iluminar una parte de la habitación. Unas cuantas toallas se encontraban alrededor del ángel y un recipiente con agua caliente a un lado de la cama mientras Helen intentaba recibir al bebé.
— ¿Podrías... no llamarlo así? —Las palabras salían con dificultad de la boca de Judith que se encontraba haciendo su mayor esfuerzo. Su frente tenía una fina capa de sudor y las lágrimas queriendo salir nublaban su vista.
Una hora más tarde, el llanto de una niña se hizo audible entre el gran silencio.
Helen tomó a la pequeña con gran cuidado admirándola por su delicada belleza. Cegándose por ella.
El llanto de la pequeña fue opacado por un grito de dolor del ángel. La anciana dejó con delicadeza a la pequeña en una almohada que se encontraba en el suelo. Se acercó nuevamente para ver a Judith.
Otra criatura nacería.
Nuevamente ayudo, ahora con algo de temor reflejado en sus ojos. Y unos minutos más tarde el sonido de un bebé llorar sonó nuevamente, sin embargo, este era un varón. Que al igual que la niña, estaba dotado de una belleza increíble.
Helen sin poder creerlo se dirigió hacia la puerta con el niño en brazos. Dispuesta a terminar con ambos niños antes de que llegarán por ellos. Queriendo terminar con todo eso antes de que empezara. Judith podía sentir las intenciones de la anciana e intentó en un débil susurro pedir que no lo hiciera. Pero antes de que Helen pudiera cruzar la puerta un cuerpo impidió su paso. El hechicero, arrebato al pequeño de sus brazos que se aferraban al pequeño. Y con un movimiento de manos alejó con un hechizo a Helen.
El hechicero salió de la casa bloqueando la puerta, impidiendo que alguien a dentro pudiera salir. Agarrando al niño con un solo brazo prendió en llamas la casa antes de desaparecer. Matando con ella todo ser dentro.
Los demonios fueron los primeros en aparecer, todo el lugar eran cenizas. Buscaron entre todo el desastre sin lograr encontrar nada.
Los rumores comenzaron a correr, algunas especies deseaban a esa criatura para su propio beneficio, sin embargo, todos desconocían su paradero e incluso dudaban que aun viviera. Y para algunos solo era una mentira.

ESTÁS LEYENDO
El Libro Prohibido
Fantastik-¿Acaso piensas matarte? -Mis pensamientos fueron interrumpidos por una voz masculina entre las sombras. Su tono de voz fue neutro, como si no le importara si planeaba matarme o me caía sola. Hasta pude detectar algo de sarcasmo y humor en su voz. ...