CAPITULO 35

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       SENTIMIENTOS DE CULPA

Me despierto como de costumbre en la madrugada, Julia yace profundamente dormida a mi lado. Debería sentirme feliz, dichoso de tener a mi esposa de nuevo conmigo, que la vida me está brindando otra oportunidad para estar juntos. Pero si es así, ¿Por qué me siento tan mal? He hecho el amor con ella, como tantas veces fantaseaba en mi cabeza, volví a probar sus labios, a perderme en su mirada, a sentir cada parte de su cuerpo estremecerse de placer entre mis brazos, pero ya no hubo chispa, aquella sensación de completa entrega. ¿Qué demonios me esta pasando?

Me levanto despacio con cuidado de no despertarla, me mudo y me veo saliendo de su apartamento,  me doy cuenta a donde me llevan mis pasos pero no me detengo, continúo con la fuerte convicción que es una locura, que no es lo correcto, pero ¿Cómo saber qué lo es? Con cautela subo las escaleras de incendio y con agilidad abro la ventana y me introduzco en su habitación. Supuse que estaría en el apartamento que Rupert le rentó, y no me equivoqué ¿Por qué no me sorprende que me haya mentido?

Ahí está ella, durmiendo tan plácidamente, apenas escucho su relajada respiración, me quedo observándola al pie de su cama, como un velador nocturno, o debería decir "Acosador". Ella no tiene idea de quién soy, alguien se encargó de borrarme de sus pensamientos. Se supone que es lo mejor pero de ser así ¿Por qué me siento tan miserable? Amo a esa mujer que luce tan tranquila y hermosa debajo de esa delicada sábana que deja al descubierto su pecho, viste una bata de seda color rosa que yo le regalé, me pregunto si sabrá cómo la obtuvo.

Me dan unas tremendas ganas de meterme en su lecho y aprisionar sus labios, hacerla mía, incursionar cada relieve de su perfecto cuerpo. ¡Qué dices Marco! Ella ya no te pertenece, y me enfurezco ante la idea. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué Julia no me complementa? ¿Acaso ya no la amo? y la persona que realmente ocupa mi corazón está dormida, ajena a mi presencia y a mí.

¿Qué se supone debo hacer? ¿Cómo desearía hacerla recordar? Pero si esto sucediera ella se acordaría que la he lastimado y me odiaría. Pero quizás pueda explicarle. Se mueve incómoda entre las sábanas, murmura algo, un nombre, Max ¿Quién diablos es Max? Prometí no interferir con sus memorias pero no en sus sueños. Me coloco de cuclillas a su lado y cierro los ojos, me conecto con su subconsciente y está listo, me encuentro dentro.

Es un enorme salón, lleno de gente danzando, las mujeres con largos vestidos y los hombres con esmoquin. Ahí está ella hablando con un joven de cabellos rubios y ojos verdes, ¿Quién es? No lo conozco y sé que Naoli no tiene amigos. ¡Oh por Dios está preciosa! luce un vestido gris perlado con la espalda descubierta, la parte de adelante se cruza como un candado en su cuello, recorriéndolo y cerrándolo con un broche plateado. Lleva su cabello recogido en un moño, el vestido se ciñe sobre su delineadas curvas, siento mi garganta seca, el deseo me inunda, quiero poseerla, y por qué no hacerlo, esto es un sueño ¿O no?

La música clásica inunda la estancia,  y veo como ella clava su mirada en la pista, el chico a su lado extiende su mano, ofreciéndose como su acompañante de baile, pero antes de que ella pueda reaccionar ya yo me apoderé de su mano y vamos rumbo a la pista.

-¿Usted? -Me reclama al verme tratando de zafarse sin permitirlo, entrelazando nuestros dedos y haciendo que su brazo libre cubra mi hombro mientras coloco mi mano sobre su cintura, empezando a movernos al ritmo del vals.

-Me alegro que me recuerdes. -Le indico con una pícara sonrisa.

-¿Cómo olvidarlo? Ingresó a la oficina y comenzó a decir incoherencias, y luego sólo desapareció.

-Admita que le da un poco de alegría verme.

Dejo ir con la intención de analizar su reacción, tal y como supuse, se sonroja, así que sí pensó en mí.

CONTIGO EN LA ETERNIDAD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora