Sousuke recibió el amanecer junto a la cama de su pequeño paciente, tomando registro de los signos vitales, presión sanguínea y los números que marcaba el oxígeno de la máscara. Iba a tomar unos días más para que Haruka pudiera despertar, su cuerpo estaba recuperándose, necesitaba el mayor descanso posible. Y si sumabamos a ello que su mente tampoco iba a estar bien después del impacto del accidente, reconoció que tendría mucho trabajo por hacer.
Durante el medio día, los rayos X llegaron. Su pierna derecha se había fracturado en tres partes desde el muslo, la izquierda en sólo dos. Tenía 4 costillas rotas y, por fortuna, ni una había representado un riesgo para los órganos internos hasta ese momento. Las lesiones de su cuello sanarían con el reposo absoluto y ya sólo quedaría la rehabilitación. Revisó el suero una vez más y notó algo extraño.
La expresión en el pequeño rostro se hizo incómoda, inquieta. Se acercó a asegurarse de que estaba bien, su mano se apoyó en la cama y se inclinó a revisarlo. Sintió el roce de unos dedos y se sorprendió. Haruka buscaba, de forma inconsciente, un poco de calor.-Calma...- cuidadoso, tomó la pequeña mano cubierta de mangueras, cintas y yeso y la mantuvo entre las suyas. -Aquí estoy. Soy tu cuidador. Sousuke- le habló en japonés, esperando que entendiera. Y parecía que así había sido, ya que el rostro infantil quedó en tranquilidad de nuevo. Se quedó de esa manera, sosteniendo su mano y dejándola caliente entre las suyas. Al menos hasta que el médico en turno llegó a hacer su respectiva revisión.
Todo en orden. Lento, pero seguro. Con el paso de los días, tuvieron que empezar a administrarle sedante. Pues empezaba a moverse inquieto y a veces, Sousuke podía calmarlo con el roce de su mano... otras veces, cuando él no estaba en la habitación, era imposible tranquilizarle y se removía inquieto, lastimándose. Uno de los más grandes retos a enfrentar la primer semana al cuidado de Haruka, fue el baño. Moverlo le daba... no miedo, sino que se movía más lento y cuidadoso de lo normal.
Al final, después de quince días ya se sentía todo un experto. Sobre todo ahora que podía tener un poco de comunicación paciente-terapeuta. Haruka había logrado abrir el ojo que no tenía cubierto con gasas y vendas, sorprendiéndose al notar el azul tan bello que poseían sus pupilas. Un parpadeo significaba sí y dos no. No se explicaba la razón, pero el otro no usaba su voz para nada y aunque no había daño a las cuerdas vocales... pensó que era en su mente donde había algo.
-Hoy tienes nuevos exámenes- le anunció mientras administraba analgésicos y desinflamatorios, ya que lo iban a mover mucho, era mejor cuidarlo. -Veremos como van tus fracturas... me preocupa tu cadera...- externó mientras revisaba el goteo del suero. -Si no sana bien, habrá muchos problemas para que vuelvas a caminar... pero confío en que tu edad será una gran ventaja...
No recibió respuesta. Haruka era así cuando no le gustaba lo que oía, pero Sousuke no tenía alternativa. Debía mantenerlo al tanto de todo. Era parte de su responsabilidad. Soltó un suspiro.
-¿Hacías algo antes del accidente?- también sabía que ese era terreno peligroso. Notaba los ojos azules llenarse de lágrimas, pero en el curso de tanantología le habían dicho que hablar era necesario. -¿Algún deporte?- sin respuesta aún. -Bueno... estaba pensando en llevarte a la rehabilitación acuática en cuanto me autorizaran...- Bien. Los ojos de pronto empezaron a brillar y eso fue suficiente respuesta. Lo haría. -Sólo tienes que pedirlo...
Y el brillo no se apagó, como pensó que sucedería. Al contrario, se volvió más bravo. Quizá había encontrado la motivación correcta...
Continuará...
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Yo Te Cuidaré...
Fiksi PenggemarLa mayor motivación para un terapeuta físico es la óptima recuperación de su paciente. Pero para Sousuke Yamazaki, significa más que eso... Sobretodo cuando su paciente es un pequeño que parece necesitar más que sólo terapias...