Capitulo 7

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El resto de la semana transcurrió para mi sorpresa, demasiado rápido.

Robert no comento nada en todos estos días acerca del beso del lunes, y ya es viernes. Así que decidí olvidarlo y hacer como si nada hubiera pasado. Aunque no podía evitar sentirme muy confundida y con demasiadas preguntas.

La semana no había sido difícil. El trabajo en si resultaba monótono y muy sencillo para mi gusto, pero aun así resultaba cansado. Todos los días llegaba a mi departamento a tirarme en la cama para dormir, no sé quién demonios decidió que las mujeres deberían llevar zapatos altos para ir a trabajar. Debo empezar a comprarlos más bajos. 

No he visto a mis amigos en todos estos días y los extraño. Vicente y yo habíamos quedado hoy para cenar. Ali tiene otra cita con David y no irá con nosotros, hago nota mental de que debo preguntarle qué tal va eso.  Mis padres me llamaron el miércoles, querían saber cómo iba todo con el nuevo trabajo. Y excluyendo algunos detalles que aún me mantenían despierta por la noche se los conté todo. A ellos todavía les queda un par de semanas de vacaciones.

Como todos los días a las 4:30 p.m llega el mensajero con la correspondencia. No entiendo cómo pueden llegarle cartas y documentos todos los días. Cosas de gente rica imagino.

 No he tenido quejas con mi jefe por la manera en como organizo los papeles, así que creo que lo hago de manera adecuada.

Toco la puerta de la oficina y se escucha a Robert discutiendo fuertemente con alguien por el teléfono. Espero en la puerta hasta que me indica que pase. Está en detrás de su escritorio con las manos masajeando sus cienes, se le ve cansado y por un momento siento lastima por él… Pero solo por un momento porque después recuerdo lo poco caballero que fue.

-          Aquí está la correspondencia del día señor – la pongo encima de su mesa mirando hacia él - ¿Desea algo? – le pregunto.

Algo cambia en su expresión, y el cansado hombre que vi al entrar en la oficina desaparece y vuelve el que hace que despertar todo mí ser. Trago saliva.

-          ¿Algo como qué Srta. Elizabeth? – su  tono es grave.

-          No lo sé señor, cuando entré lo vi… Olvídelo – me giro hacia la puerta antes que me ponga más nerviosa y la cague… aún más. – si necesita algo avíseme

No entiendo como hace para ponerme en este estado, y él ni siquiera se ve afectado en lo más mínimo. El aire se siente más pesado y mi corazón casi llega a mi boca.

-          Ya que lo dice Elizabeth – me hace girarme. Una de sus manos frota la parte trasera de su cuello – Siento mucha presión, aquí… en la zona de los hombros y el cuello.

Que esto sea una broma por favor.

-          Y… ¿quiere una píldora para el dolor? – me aventuro a adivinar lo que quiere.

Su sonrisa se hace más ancha.

-          La verdad, no me gustan mucho los medicamentos. -  hace un encogimientos de hombros que lo hace parecer inocente de todo.

Placeres Ejecutivos - Emmgy R.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora