Capitulillo nuevo. ¡Espero os lo disfruteis!
Un voto y un comentario de su parte me alegraría un monton.
Besos y Abrazos... ¡A leer!
---------------------------------------- o -------------------------------------------
La luz se filtra por la ventana y hace que ponga un brazo sobre mi cara para taparla. Gruño al universo por tener que hacerse de día... ¡Quiero seguir durmiendo!
Me ruedo boca abajo. Siento como me acarician el brazo y recuerdo que no estoy sola en mi casa.
- Despierta. – dice Robert con voz melosa. Zarandea mi cuerpo levemente – venga despierta. – insiste.
Me doy vuelta de nuevo con los ojos cerrados y escucho como se ríe suavemente.
- ¡Sí que eres perezosa!– se burla. Yo gruño. - Ya son cerca de las once de la mañana – me informa.
- Es sábado… - me quejo.
Siento como su peso abandona la cama. Y no tengo el ánimo para abrir los ojos y ver si está molesto, justo cuando me empieza a carcomer la curiosidad; noto como se acuesta del otro lado de la cama, estoy de espaldas a él.
Su brazo me toma por la cintura y me pega a su pecho. Su nariz roza mi cabello y me siento extrañamente un poco más despierta.
- ¿Dormiste bien? – pregunta adulador.
- Mmmm. – le respondo.
- ¿Descansaste?
- Mmmm…
- ¿Sigues molesta conmigo? - me pregunta en un susurro cerca de mi oído.
Me quedo en silencio unos segundos. Por supuesto que ya no estoy molesta con él.
- Mmmm… - respondo finalmente. Él suelta una risita y me pega más a su pecho. Mi corazón se acelera
- Te hice café. – giro mi cuerpo entre sus brazos para verlo a la cara. Le doy un suave beso en el cachete. Él me sonríe de una tierna manera. – Además – dice – ya tuve mi castigo – mi cara interrogativa hace que siga explicando – No he dormido nada en toda la noche…
Mi mano acaricia su rostro, su barba me pica; pero es una sensación de lo más agradable. Hoy amaneció más hermoso que de costumbre – cuando pensé que no era posible – su cabello negro suelta mechones rebeldes sobre su frente. Mi vientre se tensa. ¡Oh Dios! Él no es mío… ¡No te pertenece Elizabeth! Me obligo a alejar cualquier pensamiento romántico.
- ¿Y eso por qué? – pregunto.
- Mujer… Roncas más que un puto asno. – me dice divertido.
Siento como el calor toma posesión de toda mi cara, debo estar como un tomate. Vicente y Ali me han dicho que ronco algunas veces, pero es cuando estoy muy cansada. Y es su culpa que esté cansada. Así que ni muerta lo acepto.