JUEGO 21

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*Me dejaste solo anoche. Fue grosera y desagradable la manera en la que te fuiste sin despedirte. Bay*

La puerta del ascensor se abrió y la sonrisa de mi equipo me recibió al instante. Ryan se apresuró a poner en mis manos el nuevo número de la revista. Supe por qué, era la primera vez que un artículo de la sección de deportes salía en un cuadrante de la portada. Habíamos destapado una noticia sorprendente de la que todo el mundo se hacía eco ya.

—Ha salido en la radio esta mañana—dijo Anne que ya estaba sentada en la mesa central para una nueva reunión de reportajes.

—Buen trabajo chicos—les dije al pasar directamente para mi despacho—. Ahora no chicos, nos reuniremos más tarde.

Me metí en el despacho, me despojé de todas mis cosas y encendí el ordenador.

*Te estás comportando como un crío. No tenías motivos para enfadarte y sigues sin tenerlos. Contéstame por favor. Bay*

Pero no hubo contestación alguna por parte del chico. Seguí con mi trabajo y luego convoqué la reunión con mi equipo, donde decidimos que para la siguiente semana el reportaje sería "La jubilación después del deporte", donde íbamos a entrevistar a un deportista y a una deportista para ver los diferentes reconocimientos una vez que se han retirado del deporte. En realidad aquello lo decidieron los chicos por qué yo tenía la cabeza en otro sitio. Me metí de nuevo en el despacho y me obligué a mantener la cabeza ocupada. El sol ya estaba en todo su apogeo de finales de Agosto. Ryan llamó a la puerta y entró.

—Bay, el señor Steig pregunta por ti—anunció sin abrir del todo la puerta.

¡Vaya!, por fin, ya era hora. A lo mejor se le había estropeado el teléfono y no había podido llamarme antes. ¿Pero por qué me llamaba a la oficina?, ¿Por qué no a mi móvil?, quizás me llamaba desde su despacho.

—De acuerdo, pásamelo Ryan y gracias—le dije, pero el chico no se movió de la puerta, le miré de nuevo con duda—. ¿Quieres algo más?, ¿Qué pasa?

—Bay no me has entendido, está aquí, no te llama por teléfono—anunció con cautela.

— ¿Aquí?—pregunté sin poder creerlo. Me alejé con la silla de la pantalla del ordenador y miré por la ventana con persianas abiertas que había en el despachó y lo vi. Perfectamente trajeado, con semblante nervioso y con Ted a su espalda. Los miembros de mi equipo estaban con la boca abierta.

—Sí—contestó Ryan—. ¿Le digo que pase?

—Por favor—asentí.

¿Qué hacía allí?, se suponía que no volvía hasta mañana de su viaje. La puerta se volvió a abrir y de nuevo entró Ryan acompañado de Phillip. El chico no dudó en sentarse frente a mí y acomodarse cruzando las piernas.

—Un café por favor—le pidió a Ryan sin esperar con educación a que el chico se lo ofreciera.

—Enseguida señor, ¿Bay?—preguntó en mi dirección. Negué con la cabeza como siempre. Aquel chico estaba allí para trabajar no para servirme. Asintió y se marchó dejándome a solas con Lip.

—Has sido muy grosero—le reñí mientras me acomodaba de nuevo frente a la mesa.

—Me ha tenido esperando diez minutos, no se merecía otra cosa—dijo con un tono de despreció que me dejó helado—. No me gusta esperar.

—Esperar es lo que hace la gente normal—repuse con dureza—. Más aún cuando tú no eres el dueño de esto.

—Todavía.

Los Juegos de BayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora