Risas sinceras

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Tom no podía creer que estaba en ese pestilente lugar lleno de ancianos caminaba como un zombie mientras era guiado por una mujer de color que lo llevó a él y a Bill hasta la habitación de un anciano que se emociono al escuchar que tenía visitas... Tom dio un paso para seguir a Bill que ya había entrado al cuarto.
-Oh, no cariño, para ti tengo alguien especial- le hablo la mujer morena con dulzura y una linda sonrisa
Estaba sentado en la mecedora de la vieja mujer que se encontraba en la cama, él no le ponía atención era más entretenido dibujar algo en un libro que había encontrado ahí
-Sabes... Yo tengo una hija...
-Sí, señora O'man, ya me contó sobre su hermosa hija- interrumpió abruptamente a la vieja quien frunció el ceño
-¿Ya te conté? ¿Entonces quieres jugar algo?- preguntó la dulce anciana animada
-Ya jugamos Backamon tres veces...
-¿En serio?- la mujer se volvió a confundir tratando de recordar...
-Sí, y también me folle a su hija- dijo en voz baja mientras seguía trazando algunas rayas para terminar su dibujo
-¿Qué?- preguntó la mujer que no había escuchado lo último
-Que si quiere jugar a la ouija- se levanto de la mecedora y sonrío se acercó a la viejita y la abrazo al escuchar unos pasos que se acercaban
-Hola señora O'man ¿Como la trato este jovencito?
-Muy bien jugamos Backamon, y yo le gane tres veces- dijo la mujer desbordando emoción, miro a Bill y a la mujer de color con una enorme sonrisa.

Tenía su mirada fija en la enorme pista por la que conducía su hermoso auto mientas charlaba con Bill.
-Gracias por hacer esto por mí, a pesar que no te gusta- agradeció sinceramente el rastudo
-De nada, pero no lo hice por ti... Lo hice por esos adorables ancianos- respondió con un tono que hasta el mismo se lo creyó.
-¿Es en serio?- preguntó Bill sin creerle del todo. Tom bufó y evitó la mirada del joven
-En serio- contestó el trenzado tratando de no sonreír.
Bill río quedamente y le lanzó una mirada cómplice
-¿Seguro? Preguntó una vez más.
-De acuerdo, tú ganas...odio a los ancianos, odio leer para los ancianos y odio que me hayas obligado a ir a ese lugar. Soy una mala persona, me iré al infierno por eso- soltó Tom con fastidio
-pudiste haberme dicho que no querías ir-
-Pero tú ibas a hacerlo de todas maneras, contigo nunca puedo ganar, siempre tan perfecto, tú y tus buenas acciones- le reprochó el de trenzas evitando su mirada.
-No se trata de ganar, Tom- se defendió el chico de ojos color miel- y tampoco es por cuantas acciones, sino por las intenciones.
Tom se doblegó ante esa defensa, dejó de alegar con él y se dedicó a observar fijamente la carretera.
Bill sin embargo sonrío y se acercó a él
-¿Sabes cuál es tu problema?- hablo con calma con una voz suave- nunca te diviertes, no te he visto sonreír o reír si no es porque te estás burlando de alguien.
-Burlarse es divertido- se defendió Kaulitz con una expresión seria
-Ok... Déjame intentarlo-
Bill se enderezó en su asiento y comenzó a imitar todos los gestos del chico, extendiendo una mano fingiendo sujetar un volante, se acomodó unos lentes invisibles e intentaba exagerar cada gesto del chico. Tom lo miraba primero confundido sin entender del todo, pero luego divertido y conteniendo una risa. Bill le lanzó una exagerada mirada sensual y le guiñó un ojo. Justo después le saco la lengua y Tom no pudo aguantar más y estalló en risas junto con Bill
-Ves que es divertido- dijo Bill aún con una sonrisa en sus labios
Tom asintiendo con una leve sonrisa aceptando que había sido divertido
Bill lo miro con ternura y bajo su a la mano del joven para poner la suya sobre la de el dedicándole una tierna sonrisa.
Tom solo le sonrió sinceramente y volvió su mirada hacia la pista algo iba a salir mal, Bill le estaba empezando a gustar... Más de lo debido

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