Dice un proverbio chino, que cuando echas de menos a una persona,
cada día son tres otoños, y quizás eso le dé sentido,
al color anaranjado con el que brilla tu ausencia.
Quizá eso le dé sentido, al hecho de que te encuentre
bailando en mi corazón,
a punto de calcinarse,
con tu cabello suelto y una sonrisa helada.
Quizás, la esperanza de que se acabe el otoño,
es lo que me mantiene mandándote barquitos,
con poemas en sus pliegues de papel.
Que ya van quinientos once
y que confío en que este sea el último que necesites
para darte cuenta de que un día sin ti son tres otoños.
Y
que
no
sé
cuántos
llevo
ya.