Capitulo 7

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PDV:Nefer.

El rey avanza unos pasos sin alzar su mirada, que está perdida en el piso. Una vez dentro de la habitación, un par de vigías cierran las dos puertas detrás de él.

Deja escapar un suspiro, entrelaza sus brazos detrás de su espalda y se detiene, como si fuera consciente de que no está solo.

Y dos segundos después, nos mira.

Cuando lo vi por primera vez en el pueblo, me fijé más en el cetro que en su rostro. Pero ahora que lo veo de frente... de alguna manera, puedo notar el parecido que hay entre él y sus dos hijas. Y no solo se parecen en el color de su pelo, sino en su ojos verdes. Los tres los tienen iguales.

Si estuviésemos en una situación diferente, me hubiera burlado de su expresión, de la forma en la que abre sus ojos tanto como puede y estos se desplazan de mí hacia Adara y de Adara hacia mí.

-Adara...¿acaso tú... me estás robando?-más que estar sorprendido, parece decepcionado. Por Dios, solo es su hija recuperando algo que le quitaron, ¿está tan mal? Aunque no creo que yo sea la mejor persona para decirlo ya que, técnicamente, no tengo sentido moral- ¿Y con esta criminal?

Su hija abre la boca, pero no dice nada. Veo con un poco de gracia cómo mira hacia el suelo, como si allí estuviera escrita una buena excusa para estar en la habitación de su padre, con un cetro que no debería tener, y una delincuente que debería estar encerrada en los calabozos, como cómplice.

-¡Guardias!-grita con una voz diez veces más potente que la de una persona normal. No pasan ni tres segundos después de que dice esa sola palabra, cuando las puertas se abren por segunda vez para dejar pasar a cuatro hombres, corriendo. Los cuatro se dividen en dos y cada mitad se para a cada costado del rey.

-¿Nos llevamos la Campiel, señor?-pregunta uno.

-Llévense a esta delincuente a donde pertenece-ordena, mirándome con odio. De seguro cree que yo fui quien insitó a Adara a involucrarla en esto, o que de alguna manera la convencí de hacer un trato para que ella me libere. No debe ni haber pasado por su cabeza de que fue al revés.

Dos de los cuatro hombres me toman por un brazo diferente y me conducen hacia la puerta. Corrijo: me arrastran hacia la puerta. Es cuestión de lógica: si dos hombres musculosos y formados te toman por los brazos, ¿para qué caminar? Es mucho más fácil dejarse arrastrar.

-Y ustedes traigan a Agnesa-ordena el rey, a mis espaldas-. 

Volteo para ver por última vez a Adara. Cuando nuestras miradas se cruzan, ella me mira con una expresión casi indescifrable, a lo que yo le dedico una mirada llena de aburrimiento. O mejor dicho decepción. Ya estoy harta de cumplir con lo que me piden para luego no recibir nada a cambio.

PDV: Agnes.

-Alguien viene-me avisa Elizer.

Dejo de garabatear la pared con mi navaja para confirmar si lo que dijo es cierto.

-Oigan, en serio no hace falta que caminen tan estruendosamente. Están salpicando mis botas con el barro de esta pocilga-oigo decir a una voz femenina. La voz de Nefer, si no me equivoco.

Si Adara y ella fueron descubiertas, estamos muertas.

-Cierra la boca-ordena un hombre. Los pasos se sienten cada vez más fuertes, hasta que aparecen alrededor de cuatro o cinco siluetas a unos veinte metros de nosotros.

Después de unos segundos, llego a distinguirlas. Todos son guardias, a excepción de Nefer, que viene siendo arrastrada (literalmente) por dos de ellos.

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