Capitulo 9

10 0 0
                                    

-¡Hey, tú!-grita una voz masculina detrás de la puerta, y luego se escuchan tres golpes sobre esta-¡Levántate que es la hora del desayuno!

Abro un solo ojo con pereza, y lo vuelvo a cerrar.

La puerta vuelve a sonar tan fuerte que empiezo a temer que se derrumbe.

-¡¿Acaso eres sorda?! ¡Levántate!

Se escuchan tres golpes más y luego la puerta se abre estruendosamente.

Esta vez abro ambos ojos.

Los dos guardias que me trajeron aquí ayer están parados delante mi, lanzándome miradas autoritarias.

-Sí te escuché-informo con la típica voz ronca que consigo cuando duermo más de seis horas.

-De acuerdo, entonces cámbiate y te llevaremos al comedor.

¿Este tipo acaso se está burlando de mí?

-No tengo más ropa además de esta, genio. ¿Creíste que cuando vine aquí a robar me traje maletas conmigo? Si al rey no le agrada esta ropa, que la ignore. No usaré otra que no sea mía-informo mientras me levanto desperezándome.

-Como quieras, ahora vámonos-ordena tomándome de un brazo para apurarme, a lo que yo me suelto enseguida.

Los dos hombres me condujeron a un enorme comedor con una mesa rectangular para por lo menos veinte personas, pero ahora solo la ocupan tres: Agnes, ubicada a mitad de la mesa junto a Adara, y el rey, sentado en la cabecera. Cada uno tiene un vaso de vidrio vacío y un plato delante con más cubiertos de los que podría contar con los dedos de mi mano.

No bien doy el primer paso hacia la mesa, los tres alzan la mirada para verme.

No me molestan en absoluto las miradas de Adara y Agnes, pero la mirada del rey es la única que me incomoda. No me malinterpreten, no me está lanzando ninguna mirada perversa o cubierta de odio, simplemente me está analizando de una forma no muy disimulada. Y ser analizada por la persona que tuvo la intención de mandarme a la guillotina (o quién sabe si pensó en condenarme a un castigo peor) no es muy agradable.

Ignoro al rey y avanzo a la mesa preguntándome dónde debería sentarme.

-Nefer-me llama Agnes-, aquí-dice señalando al asiento que ella tiene enfrente.

Tomo asiento y casi enseguida, Adara lanza una risa disimulada a la vez que Agnes rueda los ojos.

Les pregunto con la mirada qué he hecho ahora para ganarme sus burlas, y ambas enderezan sus espaldas y ponen sus manos sobre la mesa, insitándome a que las imite.

Les hago caso, confundida. ¿De qué sirve hacer esto? Es más incómodo, y ahora que sólo han pasado unos pocos minutos desde que me levanté, estoy demasiado cansada como para forzar a mi espalda a hacer cosas como esta. Supongo que los nobles como ellos tendrán la manía de buscar siempre la forma más difícil de hacer las cosas.

-Le pediré a Clifford que le diseñe un par de vestidos-dice el rey. Le lanzo una mirada incrédula.

-¿Por qué? Sé que mi ropa no es la adecuada para estar en un palacio, pero tampoco estoy vestida de harapos.

Aunque no esté al lado de Adara y Agnes, puedo sentir cómo ambas se ponen tiesas.

-En unos días vendrá un importante duque a tratar un par de asuntos conmigo. No puedo ni imaginar los rumores provocaría si ve a una criminal en el castillo, y vestida con pantalones.

-Pues imagíneselo, porque no pienso usar ningún vestido-protesto-. Además, si el problema es que pueda llegar a verme, puedo permanecer en la habitación que me dieron.

Kings Of WarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora