BUDHAL BOROMIR

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Seguían su camino todavía en las barcas hasta que doblaron la esquina, todos contemplaron lo que tenían delante. Dos estatuas esculpidas en la misma piedra del cañón en el que se encontraban, con el brazo izquierdo extendido, y mostrando las palmas de la mano, indicando que estaban a punto de entrar en tierras de Gondor. Arya contempló boquiabierta las dos estatuas, sin dejar de mirar las caras de las estatuas, imperturbables, e inexpresivas. Isildur y Anárion, sus antepasados estaban allí.

Después bajaron del barco y todos ayudaron a poner las cosas en tierra. Entre los que se ofrecieron voluntarios para buscar leña, estaba Arya, necesitaba tiempo para pensar.
Subió por los parajes del bosque, y llegó a un alto, en el que se divisaba todo el Anduin, y con la vista muy avezada, se podía ver Minas Tirith, pero eso con la vista de un elfo, tal vez. Arya estuvo sentada sobre una roca largas horas, contemplando el paisaje.  

— ¿Qué haces aquí sola?— dijo una voz a su espalda.

Arya se levantó rápidamente. Era Boromir. Llevaba los brazos cargados de madera, y sudaba por el esfuerzo. Dejó la madera a un lado para hablar con ella y descansar un poco.

—  ¿Te he asustado?— preguntó sonriendo.

— Un poco – dijo Arya

— No deberías separarte, es peligroso andar por estos lares sin protección.— dijo Boromir.

— Llevo mi espada, Boromir. Gracias de todas maneras.— dijo ella dedicándole una sonrisa.
Boromir suspiró.

—¿Puedoquedarme y hablarte un rato ya que te he encontrado? Me confortará. Cuandohay tantos, toda palabra se convierte en una discusión interminable. Pero dosquizás encuentren juntos el camino de la sabiduría. 

—Eres amable, dime cuales son tus preocupaciones quizas pueda, como dices, encontrar una respuesta. 

—Me preocupa mi gente—suspiró Boromir — Sé que el corazón de los hombres puede ser frágil, pero los hombres de Gondor son valientes, dispuestos incluso de dar su vida. Quiero ayudarlos a antes de que las sombras caiga sobre Gondor.

—Y lo harás, ahora nos tienes a nosotros —le dijo Arya sonriendo —Pelearemos y Gondor será libre.

Se quedaron en silencio un momento hasta que el gondoriano hablo:

— ¿Dónde aprendiste a usar la espada? — preguntó curioso

— Elladan y Elrohir me enseñaron— respondió Arya—También se usar el arco pero prefiero la espada.

— Yo igual — asintió sonriendo — eres una gran guerrera Arya. Mucho mejor que muchos hombres y muy valiente. Cuando llegue el momento Gondor te recibirá.

— Tu pueblo estará orgulloso de ti – dijo Arya sonriendo. Se puso de pie — Me adelantare.

Se alejó dejando solo a Boromir. Arya cantó todo el camino de regreso hasta llegar al rio, recogió más leña y en la cima del Amon Hen se detuvo. Vio a Frodo solo.

— Frodo — le llamo, este volteo y se sorprendió — ¿Qué haces aquí?

— Yo...  — murmuro. Había temor en sus ojos.  — Te-tengo que continuar... solo

—¿De que hablas? Somos una compañía. No estas solo en esto, Frodo...— Arya dio un paso preocupada por él.

—¡Arya! Tengo que hacerlo yo – exclamo el hobbit – Esta misión me la encomendaron a mi tengo que hacerlo solo.

Arya abrió la boca pero de ella no salió nada. 

No quería dejarlo partir solo. Frodo era algo más que el portador del anillo era su amigo, su pequeño hermano. Se dejo caer de rodillas, y sus ojos grises miraron directamente los de Frodo. Sabia que el Anillo era una terrible carga, lo sabia, ella misma lo habia usado. Incluso ella no podría protegerlo. Lo sabia, solo que no quería admitirlo el destino de su pequeño amigo era una completa soledad. 

Elendil Arya, amiga de los elfosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora