Elendil Arya, amiga de los elfos

NAMÁRIË RIVENDEL

Durante los siguientes días Arya había estado pensando en los peligros que les esperaban en el futuro; pero era tal la virtud de la tierra de Rivendel que pronto se sintió libre de miedos y ansiedades. El futuro, bueno o malo, no fue olvidado, pero ya no tuvo ningún poder sobre el presente. La salud y la esperanza se acrecentaron en ella y estaba contenta, tomando los días tal como se presentaban, disfrutando de las comidas, las charlas y las canciones.           

Algunos habían ido al norte, internándose en las Landas de Etten, y otros habían ido al oeste con la ayuda de Aragorn y los montaraces llegaron a explorar las tierras. Muchos habían ido al este y al sur y algunos de ellos habían cruzado las montañas entrando luego en el Bosque Negro, mientras que otros habían escalado el paso en las fuentes del Río Gladio. 

Bilbo al enterarse de que Frodo era el portador del Anillo, le pidió a Arya que lo protegiera, "con mi vida, si es necesario" le contesto la Dunedain.

Lo hobbits siempre andaban juntos explorando todo Rivendel. Se reunían a la noche en la Sala de Fuego y allí entre muchas historias oyeron completa la balada de Beren y Lúthien. Arya tuvo una buena charla con sus pequeños amigos que le hacían muchas preguntas como ¿Por qué no les había dicho quien era realmente? Y Frodo era otro más que le decía que no fuera. 

También Arya les ayudo a elegir sus armas, unas dagas. Ninguno sabía pelear, y aunque no quería que ninguno se expusiera, iban a enfrentarse a las fuerzas de Sauron, lo mejor era enseñarles un poco. Así que cada tarde hasta el día en que partieran les enseño algunos movimientos, el más torpe era Pippin, pero sus ganas de seguir aprendiendo era admirable. 

Cuando volvio Aragorn, pasaba la mayor parte del tiempo con Gandalf, paseaban juntos o se sentaban a hablar del camino y de los peligros que podrían encontrar y estudiaban los mapas historiados y los libros de ciencia que había en casa de Elrond. A veces Frodo los acompañaba, pero estaba contento de poder confiar en ellos como guías y se pasaba lamayor parte del tiempo con Bilbo.

Glorfindel junto con un grupo de elfos, se encargo de que los alrededores de Riveldel estuvieran sin ningun enemigo. En ninguna región habían tropezado los mensajeros con señales o noticias de los Jinetes o de otros sirvientes del enemigo. Ni siquiera las Aguilas de las Montañas Nubladas habían podido darles noticias frescas. De los Jinetes Negros no había ninguna señal y no se sentía que anduviesen cerca. Parecía que hubieran desaparecido de los territorios del norte.

—En todo caso, sabemos qué ocurrió con ocho de los Nueve —dijo Gandalf —.No es prudente estar demasiado seguro, pero me atrevería a creer que los Espectros del Anillo fueron dispersados y regresaron como pudieron a Mordor, vacíos y sin forma.

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Ya que no iban a ir a caballo, lo mejor era llevar poco equipaje.

Arya practicaba su puntería en el bosque que estaba en Rivendel, el viento del este soplaba entre las ramas desnudas de los árboles y golpeaba los pinos oscuros de las lomas y unas hojas tardías caían de los árboles desnudos. Apoyo el mento en su arco, tensó la cuerda. Respiro profundamente. La flecha salio disparada, y escucho un quejido.

Arya bajo el arco asustada, y miro hacia el lugar en el que habia escuchado el quejido, antes de correr a toda prisa hacia ahi.   

—Lo lamento, espero que se encuentre bien... —Dijo en cuanto llegó, y dejo de hablar al darse cuenta de quien se trataba —...principe. 

Se trataba del elfo, Legolas, si había una forma de conocer a alguien, esta no era la mejor. Los ojos del elfo se posaron en ella.

—No se preocupe, mi señora —susurro sonriendo, tenia una voz suave y pura. Y la flecha que ella habia lanzado en la mano.— Puede que sea imprudente, pero no tiene la mejor punteria.