Tormenta

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Muchos hablan del amor sin haber estado enamorados. La mayoría lo ponen como algo maravilloso, y una minoría como algo doloroso.

Y la verdad es que es ambas partes.

A veces sientes que no puedes ser más feliz, que has alcanzado la felicidad máxima, que ya no queda nada más que pueda hacerte más feliz.

Y menudo error.

Otras, en cambio, no puedes más. Estás triste, decaído y te da por pensar que nada puede salvarte de ese abismo. Pero piensas que ya no puedes estar peor.

Y menudo error.

El amor es como cuando estrenas zapatos. Sabes que van a hacerte daño, pero aún así quieres ponértelos, porque son nuevos, porque son especiales.

Y después de un tiempo los zapatos ya no duelen y han pasado a ser tus favoritos. Pero de vez en cuando vuelven a doler.

Y es que el amor es algo parecido, entregarte a una persona que es nueva, y aunque sabes que puede hacerte daño y que puede hacerte sufrir, lo arriesgas todo, sin miedo a nada.

Y qué bonito hacerlo.

Cuando va pasando el tiempo empezáis a amoldaros el uno al otro. Ya sabes lo que le gusta y lo que no, aunque no del todo. Y aunque eres tremendamente feliz, también hay días malos, en los que os hacéis daño.

Pero eso no es malo, lo malo es no saber superarlo, no saber dejarlo atrás para centrarte en lo que sigue. Y es que a veces merece la pena arriesgarlo todo por lo que pueda pasar, sea bueno o malo.

Y créeme, no hay nada más bonito que arriesgar todo, aún sabiendo que puedes perder.

The sun, the moon, the truthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora