Capítulo 14.

61 6 4
                                    

—¿Diga? —murmura con esa voz tan familiar para mis oídos. 

No es el mismo sonido, aunque tampoco es como si hubiera pasado tanto tiempo. Aún mantiene ese timbre en sus cuerdas vocales bastante graves, podría decirse que es muy agraciado. Tal vez cambio, tal vez quiera saber lo que ha pasado conmigo. Cabe la posibilidad. 

—¿Hola? —murmura esperando una respuesta, sin embargo, no hay palabra que salga de mis labios. Estoy muda, mis intenciones se van desvaneciendo a tal grado que me reprendo a mi misma.—¿Quién habla? —pregunta confundido—¿Quién es? —repite nuevamente, hasta que el silencio nos acoge a los dos—¿Maya? —pide esperanzado. 

"Mierda, mierda"

Cuelgo el teléfono asustada porque logró adivinar quien estaba detrás de la llamada, ruedo los ojos, es obvio, era mi vieja costumbre. 

Me enojo conmigo misma por tomar decisiones apresuradas, sin pensar en lo que eso conlleva. Me sobresalto cuando comienza a timbrar mi celular entre mis manos, miro la pequeña pantalla y es el mismo número. ¿Debería responder?, puede que las cosas abandonen su camino. No, no va a cambiar nada. No es buena idea. 

 Necesito hablar con alguien lo suficientemente sabio como para decirme que hacer, justo ahora. 

Compruebo la pantalla varias veces esperando que finalice la llamada, en cuanto acaba tecleo el número. Lo borro y vuelvo a teclar. Me debato a mi misma unos cuantos segundos, pero sé que debo hacerlo. No puedo alejarme sin decir adiós, ni mucho menos irme sin una explicación. Tan siquiera tengo que dar señales de vida. 

Pulso la tecla marcar y espero impaciente. ¿Cuál será su reacción?, ¿y si se enfada? 

Cielos, debí haber pensado eso antes de desaparecer de esa forma. 

—Frederick, deja de joder la vida de esta pobre anciana —mi corazón golpea mi pecho con insistencia, unas pocas lágrimas caen por mi rostro, y sonrió al mismo tiempo por su elección de palabras. 

—Abuela... —susurro con miedo. No se como reaccionará ante esto. Por unos minutos no escucho nada del otro lado de la línea. Incluso confirmo si no se ha cortado la comunicación. 

—No, es no. Vete a fumar la pipa como lo hace la gente normal —cruzo el entrecejo confundida, no comprendo al inicio hasta que ato cabos, tal vez se encuentra en una situación incomoda—Pero, ¡¿tú quieres que me de otro infarto?! —susurra, casi grita.—¿No tienes consideración?. También fui joven y si hacíamos un berrinche como los tuyos... 

—Lo siento, yo... 

—A otro búho con ese cuento, no nací ayer —musita enojada—Soy vieja, no tonta. 

—No te alteres, no lo hice con mala intención —aclaro. 

—¿Y cuál era tú plan? —en serio se escucha enojada—. ¿Dejarle todo el peso a tu abuela?, tengo muchas cosas de las que preocuparme. 

Intento no sonar angustiada, preocupada, sin embargo, es muy difícil no hacerlo. 

—¿Por qué lloras mi pequeña? —maldigo en voz baja, supongo que me habrá escuchado. Tal vez ella sepa mis planes, pero no debe saber bajo ninguna circunstancia sobre Nicholas. Mi abuela conoce a sus padres, y la madre del mismo, esta enferma ahora. No quiero que se angustie, aunque sea su familia. Ante todo es su salud. 

—No, es nada —murmuro recobrando la compostura.—Me hace feliz hablar contigo —disfrazo mis actos. 

—Tu padre jode mucho la existencia —me asegura—Cuéntame como te encuentras allá —pide saber, dejando el tema a un lado, yo en cambio carraspeo un poco para quitar el nudo en mi garganta. 

Exquisita Seducción©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora