Capítulo 8

17 5 0
                                    

*Punto de vista de Lia*

-Andrés, ¿qué dijiste?-Estaba confundida no entendía nada. Mi golpe, la otra mentira de Stefano, la extraña llegada de Andrés a Bongiurno, lo que Andrés le dijo a Stefano, todo me estaba volviendo loca.
-Yo solo dije la verdad.-Su sonrisa es notable, y perfecta también.
-Andrés. Tu y yo no tendremos nada jamás. Deja de hacerte ideas conmigo. Y además tú tienes novia, me lo dijiste esa noche que fuiste a mi casa. -Detiene el auto. Y me asusto. ¿Me votará? No, no lo creo, es muy caballeroso.
-A ver Smith.-Pone las manos en el volante. Me mira con sus hermosos ojos y me dice: Mira ya te dije que en realidad no la amo. Y no sé si esto ayude, pero, terminé con ella ésta mañana.-Se detiene me mira a los ojos y me dice: ¿Cuándo te vas a dar la oportunidad de volver a amar? ¿Cuándo te vas a permitir ser amada? Es notorio que te rompieron el corazón, quizás sea él...
-Fue él.-Lo interrumpo.
-Pero tú puedes amar cuantas veces quieras. No te quedes traumada por un chamaco cualquiera. Hay hombres que están esperando por tu amor, y tú sigues brindandole amor al inútil de tu ex. Hazme el favor y respétate.

¿Qué? Qué extraño. Nunca había visto a a Andrés así. Es la primera vez que lo veo serio. Tan adulto y maduro, y de repente en mi mente aparece esa noche en que nuestros labios se juntaron por primera vez. Porque estoy segura que habrá una segunda, y quizás una tercera. Porque... ¿Puedo volver a amar? ¿cierto? Pero por ahora no. Por ahora.

-Sí. Sí. Tienes toda la razón. Lo siento.
-Lia, ¿quieres tú ser... Algo más para mi?

¿Qué? No estoy preparada para esto. Me gusta Andrés, me gusta mucho, pero prefiero mil veces a Mateo. Esperen. Y ¿Qué hay de la vida de él? No me ha escrito. Esperen. ¿Y mi celular? En mi bolso, claro, y... ¿dónde está mi bolso? Ay no. Lo dejé en Bongiurno, mi día no puede empeorar. Regresar a Bongiurno es para volver a encontrarme con Stefano, y yo no quiero eso. Pero, es mi bolso. Es prácticamente mi vida.

-Andrés. Regresemos a Bongiurno, rápido.
-¿Qué? ¿Qué pasó?
-Sólo vamos y ya. -Por suerte no habíamos avanzado tanto.
-Está bien.-Da la vuelta y regresamos.

*Punto de vista de Stefano*

Los vi marcharse y entré otra vez a la cafetería.
No puede ser, dejó su bolso. ¿Qué hago? ¿Va a venir por el? ¿Se lo voy a dejar a su casa? Me termino de tomar su café; el mío sigue completo... y me acuerdo de todos los momentos que fueron mágicos para ella, inútiles para mi. Su sonrisa, su rostro, su forma de hablar me han enamorado. Me siento estúpido, ella no sabe a cuántas chicas rechazé desde que la dejé ir. Siento cómo el rostro se me ilumina cuando veo el carro en el que ella se había subido hace algunos minutos. Es ella. Ella está saliendo del auto de ese estúpido. Está entrando a la cafetería. Me pongo de pie.

-Permiso, sólo vine a ver mi bolso.-La estoy distrayendo, me pongo al frente del bolso y me muevo para que ella no lo pueda coger, quiero verla sonreír, quiero que sea porque yo le dije algo chistoso, quiero que sea por mí. Y por nadie más.

Y cuando creo que lo estaba logrando, entra el estúpido ese tirado a machito. Ahg, lo odio. Me repugna.

-Mi amor, ¿quieres que te ayude? -Me está provocando, lo sé, pero no puedo decir nada, no tengo derecho. Qué desmadre. Ella se da la vuelta para mirarlo, él se le acerca y le da un pico, ella se lo corresponde, no puedo con más. Me dan ganas de subirme al carro del idiota este y chocarlo con todo lo que vea, está muy bonito para hacerlo. Y estoy a punto de hacerlo cuando.-Princesa, ¿te apetece tomar un café conmigo?

"Princesa" YO llamaba así, ahora viene este y se lo dice, ella sonríe, cómo no. La única diferencia es que él se lo dice porque lo siente, en cambio yo lo hacía por una apuesta. Menuda mierda. Ojalá y le diga que no, porque ya se tomó medio café conmigo, conmigo, y sólo conmigo, como los viejos tiempos.

El perfecto carro del pendejo está encendido, es un punto a mi favor. El plan está saliendo de maravilla.

-Sí, contigo todo. -Ella le responde. No puedo más. No puedo. Cojo mi café, que aún está entero y se lo pongo en su cabello. Y le quiebro la taza en toda su estúpida cabeza. JAJAJAJA. Me río en su cara, y salgo corriendo de Bongiurno.

-Eso es idiota, ¡huye! ¡huye!- él está detrás de mi, intentando alcanzarme, pero no lo logra.
-Con mucho gusto, imbécil. -Puedo sentir mi cara de satisfacción.
-¡¿Qué haces?!- Su voz está molesta, él está molesto, y eso me alegra, y no saben cuánto.
-Subiendo a tu carro, pringao. -Me siento capaz de hacer cualquier cosa.
-¡Sale de ahí Pendejo! ¡Ahora!-Pongo seguro, subo el vidrio, y me río de verle la cara enojada, y golpeando el vidrio para que le abra, veo que atrás de él está Lia. Y no quiero hacerlo por ella, pero mi ego sobrepasa todo. Él sigue golpeando el vidrio, y puedo ver que Lia me está gritando, pero no oigo nada, por suerte.

Pongo música, y la subo a todo volumen, y en la cara de él escupo el asiento del copiloto. Su cara de enojo es muchísimo más notable que hace algunos segundos. Y eso es más puntos a mi favor.

Acelero el carro a cada segundo para que lo oiga con fuerza. Lo odio tanto. Con todo mi ser. Quiero ser libre. Quiero sentirme libre. Ahora sí, arranco el carro, y me voy, puedo ver por el retrovisor a él corriendo detrás de su carro.

Me detengo. Me alcanza. Arranco. Me detengo. Me alcanza. Arranco. Me detengo. Me alcanza. Arranco. Me detengo. Me alcanza. Adoro hacer esto. Me encanta. Me mira por la ventana. La golpea, y me río.

Ésta vez es la definitiva; me largo de aquí.

Con el carro del pringao. A no sé donde.

Una sonrisa malévola se dibuja en mis labios.

Yo También Me Enamoré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora