10.

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Todos detrás de mí se empezaron a quejar y la fila empezó a deshacerse. Yo mire mal a la muchacha y me fui de ahí. Más valía que corriera a la otra tortillería, antes de que se acabaran como la otra vez.

―Oye Marta.― Escuche la voz de Michael y seguí caminado con el mismo ritmo que antes.― Pendeja te hablo.― Sentí como jalo mi mano y me detuve.

― ¿Qué chingados quieres?― Lo mire y el sonrío.

―Tengo un trato para ti.

No, no iba a aceptar nada que él me propusiera. Ya había pasado por ahí, no volvería a creer en ese tipo de 'tratos'.

―No pienso escuchar tus tratos pendejos.―Me solté de su mano y le mostré la misma.― Habla con mi mano.

Él empezó a reírse y yo por ende también lo hice. ¿Qué querían que hiciera? Su risa era como la de un caballo, era inevitable.

― ¿Estamos en la primaria Marta? Se te pasó la fecha de maduración.

―Es fecha de caducidad, pendejo.

―Es lo mismo, chingado.― me di la vuelta e ignore su pendejes. Al chori con su vida.― Te puedo dar un kilo de tortillas, compre dos kilos a propósito.

― ¿Hoy no te encargaron diez kilos de tortilla?―Solté una leve risa y volví a darme la vuelta, quedando frente a él.

―Fíjate que no. Hoy solo vamos a comer 3 personas.

―A ver, cuéntame de tu trato.

Él se sentó en el borde de la baqueta y yo me quedé parada en donde estaba.

―Tengo dos kilos de tortillas. Te daré uno.― Me reí cuando él me enseño uno de los paquetes envueltos de tortillas.

―A cambio de que.― No, nadie en esta vida da algo por darlo, tomen nota.― ¿Una noche contigo?

―Hay ¡Niña ofrecida!― Una señora paso por nuestro lado y empezó a negar con la cabeza, dando desaprobación a lo que había dicho.

― ¿¡Qué le importa, vieja chismosa!?

Escuche la risa de Michael y pensé un poco en la manera en la que lo torturaría. Jalarle el cabello siempre ha sido una buena opción.

―No te rías, pendejo.― Me senté a su lado y le quite el kilo de tortillas de las manos.― ¿Entonces? ¿Cuál es el trato?

―Te las daré, me deberías 16 pesos.― Él me sonrió.― Pero no quiero que me pagues.

― ¿Entonces?― ¡Encontré a una persona noble! ¡Va a llover!

―Veras Marta.―El rasco levemente su cabeza y yo me reí. Piojoso.― No quiero que me pagues, porque quiero que me sigas debiendo dinero, así no tendré que dejar de verte. Es una excusa. Creo que me gustas.

Un nudo se formó en mi garganta y me reí para calmarlo un poco. ¡Aún no había comido, No podía vomitar ahora!

No sabía que decir. ¿Qué se tiene que decir en este momento? ¿Es una confesión? Que romántico, no mamen.

No estaría mal intentarlo ¿Verdad? Después de todo no esta tan mal. Michael no es feo.

― ¿Qué dices al respecto?

― ¿Qué se supone que tengo que decir?

―No lo sé, cualquier cosa estúpida.

Me pare de la banqueta y estire mi mano en su dirección para que se parara. Mala idea, estaba pesado hasta la madre.

―Bien.―Dije una vez que él estaba parado.― Acepto tu trato, "Pendejo que terminara siendo mi novio"

El paso un brazo alrededor de mis hombros y soltó una risa.

―Creo que prefiero El chico de las tortillas.― Y seguimos caminando, cada uno con sus tortillas. Y una gran historia pendeja que contar.




Es enserio, esto ya se acabo. 

El chico de las tortillas» CliffordDonde viven las historias. Descúbrelo ahora