No ha venido. Hoy el de la comida no ha venido en todo el día y estoy muerta de hambre. Tampoco es que me traiga mucha comida, suele traerme un trozo de pan, agua y algo de embutido.
Pero hoy no ha venido. Tengo la sensación de que lo que dije ayer tiene relación. No se esperaba que me revelase, solo espero que no me hagan daño.
No hago otra cosa más que llorar, se ha convertido en mi rutina diaria y lo odio.
Nunca me ha gustado llorar, siempre he pensado que es cosa de débiles. Pero ahora mismo es exactamente como me siento. Débil, desprotegida, insignificante.Pasan las horas y sigo tumbada en el suelo pensando en cuanto tiempo me tendrían allí metida hasta que escuché como se abría una puerta.
Entonces volví a escuchar esos pasos, pero esta vez eran mas. Por lo menos tres hombres venían en mi dirección. Rápidamente me escondí en la zona mas oscura de la habitación y recé para que pasasen de largo. Pero claro, se pararon justo enfrente y escuché el ruido de unas llaves. Iban a abrir la puertaMetió las llaves lentamente en la cerradura, parecía que lo hacía queriendo, para ponerme nerviosa. Y lo estaba consiguiendo. Abrieron la puerta y automáticamente me cubrí el rostro con las manos, por dos razones.
Por miedo a que me hiciesen algo y porque entró de golpe demasiada luz. Llevaba cuatro días casi sin tanta luz natural y casi me quedo ciega.
-Ninna, Ninna, Ninna...da asco mirarte.
Miré a la puerta y tres siluetas estaban delante de mí. No podía verles bien al principio por la luz que me llegaba a los ojos, pero poco a poco iba acostumbrándome y los distinguí.
El que me habló era bajito y gordo. Tenía el pelo rapado y un anillo de oro en el dedo anular de la mano derecha. ¿Una alianza?
Me fijé en los dos hombres que estaban a su lado. Ellos eran mucho más altos. Eran fuertes, los dos vestidos de negro. Pero me llamó la atención uno. Tenía un tatuaje de una serpiente en la parte del cuello y bajaba por dentro de su camiseta, y al contrario que los otros dos, él no estaba rapado. Tenía el pelo negro corto.
El tatuaje ese me resulta conocido, pero no sé donde lo he visto antes...
-¿Quiénes...sois?
-Amigos tuyos, no temas. Solo queremos jugar.
-¿Jugar?
-Sí, jugar. Jorge.
En ese momento el hombre del tatuaje se me acercó y me puso una bolsa en la cabeza. Yo empecé a removerme por todo el suelo gritando. Hasta que sentí un pinchazo en mi brazo. Empecé a sentir mucho sueño, no tenía fuerzas para moverme ni para gritar. A los pocos segundos caí rendida, dejándome vencer por el sueño.
Los malditos me habían drogado.