Me miro al espejo y odio lo que veo.
Odio esos ojos reprochantes, que me culpan de lo que me ha pasado. Odio tener los ojos rojos por culpa de las lágrimas que he derramado hace sólo unos minutos. Odio llorar, me hace sentir débil y vulnerable. Como si entregase a cualquier persona lo más íntimo que tengo, como si abriese mi cuerpo y mente y todos pudieran saber como soy por dentro. Como soy en realidad.
Me miro en el espejo y odio ver los arañazos en mi piel. Tengo señales por todo el cuerpo, desde mis hombros hasta los tobillos. Todo.Una mano se posa en mi espalda y un desagradable escalofrío que me recorre toda la columna vertebral se apodera de mi cuerpo.
Acerca su boca a mi oído y me susurra con voz ronca:
—Has estado increíble preciosa. Espero que para la próxima estés más relajada, es más divertido cuando los dos cooperan. Ya lo verás.Se gira y sale de el baño.
Yo me quedo mirándome en el espejo. Miro a la que parezco ser yo, pero no lo soy.
Mis labios tienen pequeños cortes por todas partes, mis ojos están rojos e hinchados, mi pelo está alborotado y mi cuerpo magullado.
Esta no soy yo.Pierdo el equilibrio y caigo de bruces contra el suelo. No tengo fuerzas, las piernas me tiemblan y no me responden. Los ojos empiezan a llenarse de lágrimas de nuevo. No, no pienso llorar. No otra vez.
Me apoyo en el lavabo e intento reunir todas las fuerzas que me quedan para incorporarme. Cuando consigo levantarme me visto con la ropa que me dejó el gordo en el baño y me dirijo con dificultad a la puerta. Cerrada, ¿Cómo no?
Golpeo la puerta llamando a Ángel. Necesito ir a mi habitación, o lo que sea donde me quedo.
A los pocos minutos aparece Ángel al otro lado de la puerta, viene sonriendo pero al verme la cara su expresión cambia a preocupación.—Dios santo Ninna, ¿Que te ha pasado? Estás fatal.
—Por favor, ayúdame a ir a mi habitación Ángel.
Veo que Ángel duda pero se agacha y me coge en volandas hasta el cuarto. No me tapa los ojos pero no tengo fuerzas para observar el camino de vuelta y me quedo dormida en los brazos de Ángel por segunda vez.Cuando despierto Ángel está caminando de un lado a otro de la habitación, está nervioso y ¿Mosqueado?
De repente se gira y me sonríe al verme despierta pero rápidamente se pone serio.—¿Cómo estás?
—Mejor.
—¿No me vas a dar las gracias?
—Me tienes secuestrada.
—Yo no. Mi jefe.
—Eres cómplice igualmente. Es un secuestro.Ángel suspira y pasa su mano por el pelo. Me he fijado que suele hacerlo cuando está nervioso.
—¿Qué te ha pasado?
Miro a Ángel y se me vuelven a llenar los ojos de lágrimas. Aquí no, con él aquí no Ninna...—Nada Ángel.
—Nada no joder. Escucho golpes en el baño, me acerco y te veo tirada en el suelo, llena de arañazos y moratones, con los ojos rojos y medio desn..
Me mira horrorizado.
—No te habrá...
No puedo reprimir el llanto y me tiro sobre la cama boca abajo. No quiero vivir aquí ,no quiero esta mierda. Quiero irme a casa.
Llevo un mes aquí aproximadamente, nadie sabe nada de mi.
Me han pegado, insultado, han convertido un asesinato en un juego en el que yo participaba. Y me han violado.Últimamente pienso que la muerte es mejor que la vida que estoy llevando.
Morir sería como dormir para siempre, estaría en paz. Como Irene.Pero un recuero fugaz se hace presente en mi vida. Mi novio, mi familia. Mis seres queridos.
Todos aquellos esperan a que algún día llegue a casa sana y salva. Y lo haré.Sólo tengo que pensar. Debe haber alguna pista en las paredes. Ángel me dijo que todas han sido muy inteligentes, habrán dejado algo. Seguro.
Lo único es encontrarlo.