Bite Me #PTWD2016 [Editando]

20

La cacería.

Allison caminaba delante de uno de los guardias. No recordaba bien su nombre, solo la enorme herida de su brazo derecho.

—Estás de suerte, cariño—escupió con asco. Allison apretó los puños, clavándose las bridas de plástico en la piel. Miró desesperada hacia los lados—. No conoces de nada al cazador de hoy, es nuevo. Pero es el mejor.

Allison estaba asustada. Había hecho esto una vez ya. Había matado al cazador y se había ganado su reputación. Pero ahora estaba asustada, desorientada y sobretodo débil. Se sentía verdaderamente como una cachorra.

El guardia agarró a Allison de un brazo, y le hizo parar. Ella intentó girarse, pero sintió el cañón del rifle del guardia en su espalda.

—Te daremos diez minutos para escapar. Escucharás un disparo, eso significa que los perros están sueltos—dijo con malicia mientras desataba a Allison. A la chica le recorrió un escalofrío de pies a cabeza y sintiendo los brazos libres, trató de girarse y atacar a guardia, pero se vió empujada dentro del recinto cerrado.

—¡Hijo de puta!—chilló Allison.

Recordó las palabras del guardia, ignorando la sonrisa burlona de este. Solo diez minutos. Debía de alejarse lo mas posible de Forest Blood, debía de llegar a los límites del bosque y salir de allí. Necesitaba ver a Glenn, a Maggie, a Carl. Incluso a Daryl.

Miró hacia atrás, y forzando los músculos de sus piernas, comenzó a correr en la penumbra del bosque.

No paró de correr hasta pasados los primeros seis minutos. Estaba aturdida, y le dolía todo el cuerpo después de su reencuentro con Adam. Le temblaron las piernas, y con resentimiento se recordó a sí misma que sólo le quedaban tres minutos.

Palpó el suelo húmedo del bosque, en busca de barro. Se sacó la chaqueta, tirándola lejos para despistar a los perros que la buscaban por su olor. Se llenó las manos de fango, y frotándolo contra su ropa, consiguió disimular su olor. Si no se equivocaba, aquello le daría ventaja sobre los perros.

Bum.

Aguantó la respiración, y asustada, levantó la vista. Terminó de cubrirse el rostro con barro, y retrocediendo sobre sus pasos, dejó la chaqueta bajo un tronco, alejándose lo más rápido que pudo de ella.

Rechinando los dientes por el dolor de las heridas, consiguió subirse a un árbol.

Se apoyó contra el tronco, y respirando con dificultad, miró al cielo nocturno, aguantándose las lágrimas de dolor.

Miró hacia su pierna, y sobre los ajustados pantalones negros se diferenciaba una enorme mancha de sangre. Se había abierto una de las heridas.

Tenía frío.

Se arrancó una tira de la camiseta y se apretó la herida sobre el pantalón, anudando el trozo de tela.

Comenzaba a hiperventilar.

Sentía cada fibra de su cuerpo temblar, y a lo lejos escuchaba los ladridos. Estaba perdida, este era su fin. Ya no era ni tan fuerte ni tan dura como en la última cacería.

Su mente empezaba a nublarse.

Con las fuerzas que le quedaban alcanzó una rama. Peló varias veces uno de los extremos, haciendo de ella un mediocre lanza. Aunque si conseguía clavarla con la suficiente fuerza, podría hacer bastante daño.

Miró hacia abajo, sintiendo los ladrido cada vez mas distantes. Usar la chaqueta de aquella forma había sido buena idea.

Se bajó del árbol, con cuidado de hacer el mínimo ruido posible, y enseguida se preguntó por qué no había visto ningún caminante.