Presa.

32 0 0
                                    

El tiempo se consume en una agonía interminable, arrullada por ecos ahogados que distingo solo a veces. Y es que hay tanto que ya no entiendo, la vida se volvió un absurdo vaivén hace no sé cuánto. Todo me provoca náuseas y una risita tonta de pura ironía tóxica.

Sé que estoy atrapada en algo que no puedo descifrar, entre heridas cuyo origen a veces desconozco y sensaciones sin sabor, entre palabras inconexas y jaquecas agridulces. Esta sensación de vacío me despedaza cada vez más, cada segundo que pasa puedo sentirlo martilleando mis tímpanos.

Debería sentirme libre, pero me siento cada vez más atada a mis fantasmas, a mis sinsentidos y a mis heridas que no existen, a mis súplicas al aire.

Admito, con vergüenza, que de tanto contemplar el vacío me convertí en él. Solo puedo decir que tiré la toalla a medio camino aunque contarlo no me enorgullece, bajé la cabeza y tragué la podredumbre de todos sin levantar la mirada del suelo. Me rindo, me rendí, ¡listo! ¡lo admití! ¡Callen ya estos llantos! No me dejan dormir, pensar, ¡morir!

Insomnios disueltos en delirios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora