Mis ojos han permanecido abiertos desde hace tanto que ya no puedo recordar. Abiertos a la mordaz realidad que corroe mis esperanzas cual ácido, por mucho que intento me encuentro a mi misma incapaz de bloquear las hórridas visiones de un mundo muerto, carente de vivos colores y sin señales de aquellas pequeñas alegrías que te anudan la garganta y detienen tu respiración. Daría lo que fuera por nunca haberme enterado de la inmundicia en la que vivimos, del contaminado aire que respiramos una y otra vez, de la toxicidad de las falsas sonrisas y la plástica perfección que apreciamos día a día, ¡Blinden por favor mis ojos de este mundo tan muerto! ¿Podría alguien drenar las desilusiones de esta vida tan vana? ¿A quién podría implorar mi tan ansiada libertad de esta jaula de cristal? Si pudiera respirar por apenas un segundo el aire fresco, puro, libre de la indecencia propia de esta especie tan negligente, ¿Cual sería el precio a pagar?
Cuando las ansias de libertad me lo permiten, sueño con un mundo límpido, donde los jóvenes viven sin importar si es lunes o martes, viernes o sábado. Donde el aire no presenta la pesadez característica de un mal día o una mala vida, que la gente camine erguida como si el mundo no pesara sobre sus hombros, que la sangre se quede en las venas, que la vida sea digna de ser apreciada, ¡Que se vayan al diablo los cánones! y que la gente lance al río su ignorancia y su odio irracional, ¡Que nos presionen entre tantas alegrías que no ser feliz sea ilegal! ¡Que se inunde el mundo de gozo ante cada neo nato! y en las calles se percibiría el aroma de la dulce libertad, nos detendríamos en seco para celebrar la inigualable calidez de la seguridad; de la brillante dicha de vivir un día más.
En un mundo perfecto las ilusiones serían de titanio puro; totalmente irrompibles, las sonrisas serían duraderas, los sueños serían jóvenes por siempre y no existiría la absurda vergüenza de salir a la calle y lucir nuestros adentros. En un mundo ideal, todo esto sería un conjunto de plácidas vivencias y no sólo un puñado de sueños al aire.