CAPÍTULO 1

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Mi nombre es Ailann Thompson, se supone que este es el momento en el que deben imaginar como soy. Sí. lo sé, puede que no sea la chica más hermosa que hayan visto en su imaginación, ya que tengo que usar lentes y al usarlos  no me veo nada bien, pero mi vista así me lo pide y con respecto a mi rostro  pues... lastimosamente es lo que hay. No soy de esas mujeres que se preocupan mucho por su apariencia,  cuando hace calor me recojo el cabello en chongo y cuando hace frío... bueno eso depende de las ganas que tenga para peinarme. Mi manera de vestir es algo anticuada eso hace que parezca de más edad, tengo apenas 23 años y me visto como una señora de 35, mi madre siempre me dice "Hija debes vestirte de acuerdo a tu edad y conseguir un buen hombre antes de que te deje el tren vestida así" pero no pongo atención a sus comentarios ya que ahora mismo lo que me preocupa es mi trabajo, superarme y ganar dinero, ya después veré con quien me casaré y porsupuesto no será con cualquier hombre, debe estar a mi nivel, por ahora esa es mi mentalidad.

—¡Ailann! ¡Vuelve a la realidad!— Dijo mi mejor amiga Susana mientras chasqueaba los dedos para despertarme de aquel trance al ver entrar a mi jefe a su oficina.

—¿Qué sucede?—Miro a todos lados rápidamente.

—Sucede que nuevamente babeabas por el jefe.

—No es cierto, sólo me quedé pensando en mi futuro.—Traté de ocultar mis actos.

—El futuro es incierto y sé que te trae loca la realidad que estás viendo. Ailaan ¿No piensas tener algún día  un hombre que esté siempre a tu lado? —Preguntó mi loca amiga mientras se levantaba de la silla.

—Por ahora, no.

—Harry sería un buen partido para ti. ¿no crees?— Guiñó el ojo.

—¿Es una broma cierto? ¿acaso no me ves? ni yo siendo hombre me enamoraría de mí. A él le debe gustar las chicas femeninas, no alguien que apenas es un intento de chica.

—Eso puede cambiar, no eres fea sólo...te seré sincera, sólo estás mal...—Suspiró—arreglada. —Soltó aquellas palabras tan hirientes, pero tenía razón.

—¡Auch!, esas palabras dolieron.—Fingí estar dolida, ya que estoy clara de aquella realidad.

—Sabes que siempre seré sincera contigo, te lastimo con la verdad porque te quiero y eres mi amiga.— Dió unas leves palmaditas en mi hombro.

—Gracias y te quiero por eso, ahora debo irme que ya entró el jefe y debe estar esperando que ordene los documentos de esta semana.

—Está bien, adiós.

Se sentó nuevamente en la silla de su escritorio y fui caminando en dirección a la oficina de Harry, sí, así es como se llama. Toqué aquella puerta caoba, esperé a que  dijera que podía entrar, al escuchar su voz diciéndome que podía pasar adelante comencé a ponerme un poco nerviosa como siempre y ustedes se preguntarán ¿Porqué Ailaan se pone nerviosa al entrar a la oficina de su jefe? La respuesta es fácil... él es un hombre un poco... ¿cómo les explico? un poco exigente, hostil, ¡imponente!, ¡estricto! ¡duro! ¡ recontra amargado!, ya me alteré solo de pensar en como es.   Estaba él sentado en la silla de cuero negro que tenía en su escritorio leyendo unos documentos, pienso yo que deben ser muy importantes, llevaba su mano a la barbilla y hacía suaves movimiento en ella. En el tiempo que lo conozco sé que lo hace sólo cuando está preocupado por algo.

— Buenos días señor Harry  ¿puede darme los documentos que dijo que me daría hoy para ordenarlos?—Miré mis manos ya que lo hago cuando estoy nerviosa.

—Buenos días señorita Ailaan.—Dejó los documentos que leía a un lado y me miró fijamente, su mirada era tan potente e intimidante que trataba de mirarlo a los ojos y quitaba enseguida la mirada, ya que no podía mantenerla.—Los documentos se encuentran en su escritorio, los dejé allí cuando llegué.— Continuó.

—Muchas gracias, ¿no...no desea ca...café?— Excelente Ailaan, buen momento para gaguear.

—No, gracias.—Dio una débil sonrisa. Me quedé extrañada ya que era raro verle sonreír, no lo hace muy a menudo.

—Bueno con permiso.—Iba a caminar en dirección a la puerta de mi oficina cuando su voz me detiene.

—Aguarda. — Se levantó del escritorio caminando hacia mí.

—Que desea señor.— Mi corazón comenzó a latir tan rápido y tan fuerte que creo que se escuchaba de aquí a 10 cuadras.

—Mírame a los ojos. — Mis ojos se posaron en los suyos, son una combinación de verde y un color miel intenso, brillaban demasiado, pero no aguante ni dos segundos mirándolo fijamente.

—¿Porque hace esto señor?

—Te tengo una pregunta.—Se acercó más a mí. Di un paso hacia atrás.

—¿Cuál?— Le miré asustada.

—¿Te intimido?—Tragué saliva, sentía mucha presión en estos momentos.

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