No necesito más

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-Siento terminarlo de esta manera, Hermano.

-No, no lo haces.

Y así la pelea dio inicio. Una batalla que se había retrasado desde hace muchos años atrás y que ambos contendientes sabían que, tarde o temprano, se llevaría a cabo.

Ambos luchaban con sus ideales a cuestas, lanzando llamaradas de diversos colores que arrasaban todo a su paso. Ninguno retrocedía, había demasiado en juego en ese combate y solo uno quedaría en pie al caer el sol.

-Vamos Zuzu, ¿es todo lo que tienes?

Él hizo caso omiso a sus palabras, no se distraería y no perdería por nada del mundo.

-Creí que el destierro te había vuelto más fuerte. Pero me equivoque.

Azula volvió al combate, más agresiva y fuerte que antes. Mas furiosa al ver que el veneno de su voz no hacia mella en la defensa de su hermano.

Fuego naranja y azul bailaban en el centro de la tarima, nadie alrededor podía quitar la mirada de esos dos maestros fuego que ostentaban el titulo de los más poderosos. Impresionados por la vorágine, solo alcanzaban a ver las siluetas de los dos creadores de tan magnifico y a la vez, monstruoso espectáculo.

No así, Katara veía todo en silencio. Con el corazón desbocado en cada ataque que Zuko detenía o desviaba. ¿Por qué había aceptado participar el solo? ¿Qué no le había pedido que la ayudara? Para eso estaba ahí, pero él había tenido otra idea.

Ante la provocación de la princesa del fuego, Zuko cayó en la trampa y aceptó el agni kai como si de un chiste se tratara. Creía que Zuko ya había madurado, que había aprendido a pensar por sí mismo y no ser títere de las palabras y juicios de los demás. Con gran pena aprendió que no era así.

Sin embargo y a pesar del enojo que la invadió ante tal decisión, observaba con fascinación aquella lucha que costaría no solo el reinado de una nación entera, sino el continuar de esta guerra que ya muchas vidas había cobrado.

-Vamos Zuko, tu puedes -susurró al aire, deseando enviarle toda su fuerza sin la necesidad de su voz. Deseándole mostrar todo el apoyo y más aún.

Una nueva llamarada azul salió de los puños de Azula y, pese a su frustración, fácilmente fue detenida por el príncipe desterrado. ¿Desde cuándo era capaz de aguantar tanto tiempo? ¿Desde cuándo podía darle tanta pelea?... ¡¿Quién demonios era aquel que la estaba venciendo tan fácilmente?!

-¿Por qué?... ¿Por qué maldita sea?

¿Qué era lo que sucedía? Zuko jamás había estado a su nivel, ni siquiera se le acercaba a los talones. Ella siempre fue la mejor; siempre seria le mejor. Ella nació con suerte y él tuvo suerte de nacer, así había sido desde su nacimiento. ¡Ese era su maldito destino!

Debía morir... Así como Ursa y Lu Ten, así como todos los débiles que osaron levantarse en contra suya.

-¡Muere de una vez!

Un nuevo ataque fue detenido por Zuko, lo que la hizo enfurecer más. Esto no podía estar pasando. ¿Quién demonios era el hombre frente a ella?

-¿Eso es todo lo que tienes? -preguntó Zuko en clara burla.

-No Zuko, no tienes idea de lo que soy capaz.

Zuko borró su sonrisa al ver sobre las manos de su hermana una esfera de fuego que se alimentaba de las llamas a su alrededor. Absorbía el aire y consumía el oxígeno como su combustible, haciéndose cada vez más grande y caliente.

-Soy Azula, la señora del fuego. Hija de Ozai, ¡el Rey Fénix! Y tú no eres nadie, ¡no eres nada!

Movió sus manos y la esfera sobre su cabeza comenzó a comprimirse en una masa más peligrosa y caliente que antes.

One-Shots《ZUTARA》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora