Capítulo 7

18 2 0
                                    

La sensación que a Freya le produjo entrar e intentar verlo todo en el mismo segundo la dejó abrumada. La puerta de caoba se había cerrado detrás de ellos con una suavidad indescriptible, pasando casi desapercibida. El suelo estaba formado por baldosas de color marfil con florituras azuladas en su interior, que se extendían a los lados escondiéndose detrás de algunas puertas, o debajo de un palco que ocupaba la mitad de la sala. A Freya le pareció una vajilla gigante pegada al suelo. Las paredes estaban empapeladas de color blanco, lo que hacía que la sala pareciese más espaciosa de lo que en realidad era. El palco, también de caoba, subía hacia arriba como si de unas gigantescas escaleras se tratase. El techo era muy muy alto, y se elevaba por los menos treinta metros por encima de sus cabezas. A Devon no parecían interesarle las decoraciones ni la sala en sí. Se dirigió hacia el centro del hemiciclo que dejaba el palco al acabarse y una plataforma los elevó a los dos un metro y medio sobre el suelo. Freya no pudo ver si algo sujetaba la plataforma por la parte de abajo.

   —En este instante, llamo a los miembros del Consejo.

Devon se quedó quieto después de pronunciar aquellas palabras. Freya estaba expectante, con el corazón en un puño. Pasaron unos segundos y la habitación seguía igual de vacía. 

   —No esperábamos verte tan pronto.

   —Mejor dicho, no esperábamos verte más.

   —¿Qué noticias nos traes ahora, protector? ¿Una ardilla se ha caído de un árbol en la Realidad Primitiva?—un coro de risas resonó por la habitación. Devon apretaba los puños a ambos lados de su cuerpo. 

Freya comenzó a buscar la procedencia de las risas. No había nadie en aquella sala. 

    —He venido—masculló su acompañante— por orden de Tabir, Sumo Inquisidor y General mío, como también vuestro. Desearía exponer ante tan sabio grupo un asunto de importancia.

   —Cuéntanos pues, protector, el asunto que deseas compartir.

    —Freya Homes, hija de Frederic y Paulina Homes, aquí presente, es el motivo de esta reunió. Ella ha nacido en la Realidad Paralela —se escucharon murmullos de asombro entre los cuales una voz cantante mandó callar a sus colegas e incitó a Devon a seguir.

Freya no tenía ni idea de lo que significaba eso, pero al parecer era algo importante. 

   —Disculpe, ¿está insinuando que ha traído aquí a una Prymal*? Si mal no recuerdo, está prohibido. 

   —Conozco las reglas. La he traído porque ella no es una Prymal. Si bien nació en la Realidad Primitiva, sus padres no. Vosotros y todos conocen bien a Paulina Homes, al igual que a su marido, y lo que hicieron—ella lo miró extrañada. 

   —¿Ha sido idea tuya traerla? Su madre dejó muy claro que no quería que ella tuviese nada que ver con nosotros después de lo que pasó, y lo sabes bien.

   —Sé que su madre dio instrucciones, pero es urgente. Para arreglar esto, es necesario hacerlo. Nos llevan ventaja. Dos meses, como máximo, y somos menos.

   —Somos menos, pero mejores. Si ella es quien insinúas que es, haz lo que Tabir considere oportuno —Devon asintió—. Esperemos que salga bien. El peso recae sobre tus hombros, hijo.

El aire permaneció tenso y silencioso un momento. Parecía que las voces cavilaban sobre algo.

   —Antes de dejaros marchar, nos complacería mucho hablar con ella. A solas.

Freya miró a Devon pidiendo ayuda. Éste sólo asintió, como dando su permiso, o tal vez intentaba decirle que no iba a pasar nada. No estaba segura al cien por cien. Le ponía un poco nerviosa no hablar a la cara con los miembros del consejo. En realidad, más de lo que creía, porque comenzó a jugar con sus manos como una niña que intenta excusarse. No sabía si era malo o bueno haber nacido en la Realidad Primitiva, pero desde luego, raro sí era. Eso le había quedado muy claro. 

Devon cerró las puertas detrás de ella, quedándose fuera y ella dentro. Sola con aquellos entes invisibles y parlantes. Sin saber qué decir, balbuceó:

   —Hola. ¿Qué tal?

Las voces se rieron. Era un mal comienzo. Aunque un comienzo divertido.

   —Estamos perfectamente, gracias —las risas volvieron a resonar en sus oídos—. ¿Es cierto lo que dijo tu protector? ¿Naciste allí?

   —Supongo. No conozco otro lugar que ese. Bueno, y ahora esto, pero desde hace sólo unos días. Y la mitad de ellos estuve durmiendo, así que...

   —Captamos el concepto—le interrumpió una voz—.  Nosotros no hemos salido de esta realidad nunca, al igual que muchos de los habitantes de esta pequeña "ciudad", por llamarla de alguna manera.

No sabía qué más decir, así que se quedó cayada.

   —Puedes irte, Freya Homes, pero recuerda siempre que todo problema tiene una solución, mejor o peor pero una solución, al fin y al cabo.

Freya inclinó la cabeza en un gesto de respeto, se giró y caminó hacia la puerta. Cuando ya estaba en atravesándola, sintió cómo las voces abandonaban la habitación con un golpecito en su frente. 


*Prymal: habitante de la Realidad Primitiva. Se pronuncia praimal. Como el videojuego  Farcry  Primal, pero con "y" en vez de "i".




Ok, sé que este capítulo es corto, pero he conseguido un ordenador y ahora podré escribir con más facilidad y más a menudo. Los que escriben en el móvil lo entenderán, a menos que tengan un iPhone 6 S Plus *cof cof, teléfono gigantesco, cof cof*. Intentaré subir más capítulos. En principio voy a centrarme en Quimera, y luego seguiré con La Periferia. Cualquier duda preguntad por directo, responderé lo más pronto que pueda. Creo que alguna vez, cuando tenga más lectores, haré un "preguntas y respuestas". Me apetece, pero somos pocos, y menos los que creo que participarán.

Besos a mis amados lectores (fantasmas, no fantasmas, etc.):

·Mirena Tyler·

Quimera©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora