La mañana siguiente, Freya se levantó temprano.
Se dirigió a la parada de autobús, y se montó en este.
Bajó cuando el vehículo se detuvo frente el instituto y se caló la mochila. Entró en el recinto deseando ser invisible, pero la gente chocaba con ella y no se apartaba. Algunos le dirigían algunas palabras no demasiado bonitas.Al bajar las escaleras sintió un escalofrío.
Alguien la observaba.
No sabía quién era ni cuánto tiempo llevaba haciéndolo, pero apretó el paso.
Llegó a secretaría y se sintió aliviada; nadie le podría hacer nada con las secretarias delante, ¿no?-Hola, cariño -dijo una de ellas-. ¿Quieres algo?
-Quería preguntar por las optativas -dijo Freya.
-Ah, sí -se agachó y agarró unos papeles-. Tenemos un montón, incluyendo la más populares: Oratoria, Ajedrez, Hábitos saludables y Programación, pero esta última es... distinta. También tenemos lucha libre, carpintería, delegación, educación financiera, atletismo... Y muchas más. Toma el formulario -le entregó a la chica una hoja-. Tienes un plazo de dos días para rellenarlo. ¿Quieres un caramelo?
***
Freya se sentó en la biblioteca al terminar las clases. Había muy pocos alumnos leyendo o estudiando, así que se sentó tranquilamente en una mesa recogida por las estanterías.
Sacó de la mochila sus deberes y comenzó a hacerlos. Entre una de las hojas del libro de álgebra estaba el formulario de las optativas. La chica dejó enseguida el álgebra y cogió un bolígrafo. El papel tenía dos caras, y estaba lleno tanto por delante como por detrás. Repasó por encima las diferentes optativas y pensó las que le venían mejor. Oratoria podía acabar con su timidez, así que marcó con una "X" bien grande esa optativa.
Estaba decidida a hacerse oír.
Entregó el formulario en secretaría una hora después y se fue a su casa.
Nuevamente sintió el escalofrío. Miró atrás. Un chico de apenas dos años más que ella estaba esperando en la parada del autobús con la mirada perdida entre la neblina y la lluvia, pero no le pareció que fuese él el que la seguía. Siguió andando hasta llegar a su casa. Entró y se sacudió, rechazando la lluvia que se había impregnado a su chubasquero y a su cabello. Las botas estaban llenas de barro, así que las dejó en el porche. Fue a la cocina y se metió en la boca un trozo de pan y cogió un refresco. Pasó por el salón y se sentó en una butaca tranquilamente, disfrutando de su libertad en la casa.-¡Freya! -la llamó una voz grave desde una habitación cercana- ¡Ven!
La chica suspiró. Cinco minutos había durado su libertad.
Se dirigió al despacho de su padre, donde él trabajaba todo el tiempo de su estancia en la casa. Ella nunca le visitaba allí.Al entrar, la morena vio todo el desorden de la habitación. Papeles esparcidos por aquí y por allá, planos y maquetas inacabados...
«Todo en su sitio» -pensó Freya.
-¿Qué tal en la escuela? -dijo su padre.
-Bien.
-¿No hay nada que te disguste, hija?
-No.
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Quimera©
Science FictionFreya sabía que iba a ser el fin. Que sin Belerofonte nadie se salvaría. Todo estaba programado. Ya no había vuelta atrás... "Pero aún hay esperanza. Siempre la hay".