PRÓLOGO (Leo)

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Estoy encerrado en mi habitación, solo, mirando fijamente las gotas de lluvia que caen de ese cielo tan gris como la tristeza que tengo en mi cuerpo cuando, hacía 5 minutos, mi madre me informó que en menos de 3 días iba a ir a un internado. ¿La razón? Aún no la sé.

-Bueno, tampoco será tan malo- Susurro, intentando aliviar mi estrés. Cojo el móvil y me pongo a jugar un rato al Clash of Clans. Una de mis aficiones es jugar a videojuegos, aunque últimamente no tenga muchas ganas de hacer nada en mi vida, tan solo acostarme en mi cama y pensar qué será de mi futuro. Y eso hago, al cabo de 5 minutos dejo el móvil en el escritorio, me acuesto en la cama a reflexionar qué había hecho mal para que me llevaran a nada más y nada menos, que un internado.

No pasó mucho tiempo hasta que, por la falta de sueño que tenía, ya que últimamente no había dormido nada por las noches, me quedara dormido.

Al cabo de un tiempo, me desperté. No tenía ni la más remota idea de qué hora era, cuando me acosté en la cama era de día (aunque apenas se podía apreciar, el cielo estaba tan gris, que no se sabía si era por la mañana o por la tarde), y ahora, era de noche.
Me desperté, como de costumbre, sudando y aterrorizado de la pesadilla que recientemente acababa de tener. Siempre tenía la misma pesadilla, aunque aún no he encontrado su significado, lo único que sabía de esa pesadilla es que no era buena. Por las noches, cada vez que me iba a dormir, tenía miedo de que otra vez entrara en mi cabeza esa horrible "visión". Y así era, noche tras noche, la misma pesadilla. Al final, me volví a quedar dormido.

A la mañana siguiente me quedé todo el día encerrado en mi cuarto, sin nada que hacer, como de costumbre. Lo único por lo que salía de mi cuarto era para ir al baño o para comer algo, aunque sinceramente tampoco tenía demasiadas ganas de comer.
Una cosa sí que tenía claro, al día siguiente iba a quedar con los pocos amigos que tenía y despedirme de ellos, por lo menos pasaría un rato entretenido, o eso creía yo...

Un día, eso era lo que quedaba para que entrara en el internado, y no ver hasta verano mi familia, mis amigos, mi casa...
Como me había prometido a mí mismo el día anterior, iría a ver a mis amigos, y ver cómo se tomaban la noticia del internado. La verdad es que no se cómo se lo iban a tomar, hacía alrededor de dos meses que no los veía.

Al cabo de unas horas les mandé un mensaje diciéndole que si iban a la plaza que íbamos siempre antes.
Me dijeron que ya pasaban de mí, que tenían amigos más "guays". Que en la calle, se descubría la verdadera amistad. Lo peor viene ahora, miré su foto de perfil y se veía a él fumando. Lo peor es que él sacaba buenas notas, pero ahora me da que no se va ni a molestar de ir al instituto.

En fin, que al día siguiente tendría que despertarme temprano para hacer la maleta, despedirme de mi familia, coger el tranvía, e ir al internado, posiblemente, lo más parecido al infierno que hay en este mundo.

Unas 3 horas y media de haberme despertado cogí el tranvía, y al cabo de 35 minutos estaba mirando por la ventana, cuando de repente, en mis ojos marrones oscuro, se enfoca un edificio enorme, viejo, que parecía estar a punto de caerse abajo, en ese momento, mis piernas empiezan a temblar.

La Condición del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora