Una de mis manos rodea su fina cadera, mientras que la otra se prepara para girar el pomo de la puerta y entrar en la habitación protagonista de la velada; el Salón de Actos.
Noto el clic de la puerta y, con un leve empujón a la puerta, doy cavidad a la entrada a la sala, donde la música y la felicidad se manifestaban con su más bella esplendidad.
La sala poco ha cambiado desde que nos fuimos; las meses con las bebidas simplemente albergan vasos vacíos y tirados, la pista repleta de adolescentes bailando junto con sus respectivas parejas, y la música continúa igual de romántica que cuando bailé antes con Lore.
Con gesto caballeroso, dejo paso a Lore para que entre en primer lugar. Acto seguido, paso detrás de ella. Con paso indeciso, camina sin rumbo, como si esperase que sus propios pies la llevasen donde su mente es capaz de razonar. Su mente... ¿En qué puede estar pensando? Posiblemente, tenga una auténtica mezcla de razonamientos y conclusiones, cuyo desenlace claro y nítido sea todavía inexistente.
Al fin, sus pies nos llevan a la mesa de las bebidas, donde se encuentran unas cuantas chicas y sus parejas, pero con un leve pero notable detalle; los chicos conversan entre sí y las chicas hablan de sus temas ajenas a todo lo externo.
Lore hace un amago de girarse, pero lo único que hace es servirse un vaso de agua para beber. Su movimiento es lento, calmado. Todavía no le he visto sus ojos.
Al concluir la bebida se sirve otra vez en el mismo. A la par que el vaso se rellena, pienso en un tema de conversación, con el fin de que se girase y poder hablar. Pero no es necesario; su mano se extiende hasta centímetros de mi pecho, aferrando en ella el vaso de agua que ha preparado. Con un gesto confuso, agarro el vaso y lo bebo de un trago.
Cuando termino, está de frente a mí. Su mirada es como una carretera a la nada, sin finalidad ni motivo, pero que ahí se alza. Sus ojos se encuentran entre lágrimas, contrastando con sus labios, que esbozan una sonrisa sincera y alegre. ¿Qué conclusiones puede sacar? No sé si está feliz por estar conmigo, triste por el acto que acaba de desarrollar, confusa por si lo que hizo lo hizo con total convicción. Esa respuesta aún no la tengo, pero voy a por ella.
-¿Quie... qui... quier...? -no puedo ni decir una puta pregunta; la boca me tiembla, las ideas se cruzan, a la par que sus ojos estudian los míos, lo que termina de bloquearme.
Con la misma, me sirvo otro vaso de agua y, ya en disposición, me preparo para formular la pregunta.
-¿Quieres bailar? -y la propia pregunta le cae con todo el peso con el que iba intencionada.
-¿Tú, Samuel, sabes bailar? -pregunta medio confusa medio sorprendida.
Un peso de 3 kilos de aire sale de mi cuerpo con el consiguiente suspiro; por una vez, sus labios tenían más razón que sus ojos.
-¿Te lo demuestro?
-Vamos -y se aferra a mi brazo, por lo que, juntos, nos dirijimos a la pista para disfrutar de lo que puede que sea la noche más importante de mi vida, que por lo que parece, aún no ha acabado.
Damos unos pocos pasos hasta situarnos a escasos metros del altavoz. Allí, la música suena limpia como un bebé recién bañado; la melodía se deja llevar como un ciego gracias a su perro guía.
En escasos segundos, nos miramos, colocamos las manos en los respectivos sitios y comenzamos a bailar. Mis pies van solos, a la par que la canción.
Sus ojos, clavados en los míos, me hacen perder constantemente el sentido de la orientación, perdiendo en algunos casos el ritmo. Demasiada presión. Ese constante juicio a mí y a mi forma de ser hace que me quede amparado en plena noche de luna nueva, sin tan siquiera un mínimo de luminosidad. Estoy solo, perdido, pero entonces noto un fuerte impulso. Un rayo de luz me ilumina y me inspira a avanzar; sin dirección ni sentido, solo con ese impulso que me hace avanzar hacia... ¿Dónde? Por primera vez, la ignorancia no deriva en un rechazo para mí, y continuó el sendero. Cuando llego, Lore me está esperando. ¿O soy yo el que la está esperando?
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La Condición del Destino
De TodoMuchas personas podrían pensar que en una clase no hay una fuerte relación entre sus miembros, pero en el Colegio Interno Vistabella no es así. Es el primer año en el internado para Leo y Samu, los cuales aún no se conocen, pero juntos deberán afron...