6. Lo que el ojo no ve (Samu)

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  -¡No me pegues por favor -grita Juanca. No sé que está haciendo -! Jony tenemos que huir...

  -¿Qué haces -comienzan a preguntar Emma e Isma.

  En ese instante, Leo, Chloe y Rafa entran por la puerta.

  -¡Déjanos en paz por favor, no te hemos hecho nada malo -continúa Jony. Y se cubre la cara con su único brazo sano.

  No sé qué juego es este pero creo que ninguno se está divirtiendo. Aún así, sus rotros reflejan un miedo no del todo sincero. Todos mis amigos se miran extrañados, mientras yo me acomodo en la cama para obtener una mejor panorámica de la habitación.

  Veo con un solo ojo -es lo primero que pienso.

  Entonces veo mi reflejo en el espejo que hay en mi mesita de noche. Tengo un..., ¿parche?

  -Ey -llamo a mis amigos, mientras Juanca y Jony siguen delirando -, ¿qué es lo que tengo en el maldito ojo?

  -Se llama parche -responde una voz ronca. De repente, todos nos percatamos de la presencia del profesor de francés, Ojo de Cristal -. Unos tienen suerte y recuperan su ojo con..., el parche. Sin embargo -continúa mientras señala maliciosamente a su ojo de cristal -, otros debemos permanecer el resto de la vida con esto. ¿Qué preferirías?

  -¡Ya está, fin de las visitas -interrumpe una la enfermera. Es una mujer bajita y algo ancha. Tiene unos ojos marrones claros y una piel que confirma su vejez. Su pelo rubio deja al descubierto algunas canas -! Cada uno a su habitación, por favor. Ruego que dejen a estos jóvenes descansar. En cuento a usted, profesor -indica la enfermera a Ojo de Cristal-. Sígame, por favor.

  -De acuerdo -responde el profesor.

  Así, juntos van al despacho de la enfermera.

  -Bueno tío -se despide Leo -, nos vemos luego.

  -Va -respondo mientras observo como se alejan lentamente.

  Al cabo de 5 minutos, agarro la jarra de agua y la vierto al vaso, no sin derramar unas buenas gotas. No calculo bien las distancias...

  -¡Rumbo a babor -se mofa Juanca mientras Jony no para de reírse -! ¡Que al capitán Samuel se le derrama el agua!

  -Oye Lobezno -es mi turno -, ¿tu madre no te afeito el pecho al dejarte ir? Joder, he visto a mamuts con menos pelos...

  Ahora se hace el silencio en la sala, que no tarda ni cinco segundos en ser interrumpido por un grito masculino que proviene del despacho.

  -Tranquilo, esto hará que no se infeste -escucho decir a la enfermera -. Estese tranquilo, por favor.

  De nuevo, Ojo de Cristal vuelve a gritar. No parece un grito como tal, puesto que su voz no le acompaña a su deseo de desahogo.

  Pasados 10 minutos después del último grito y, tras una conversación en voz baja, la puerta del despacho se abre. Tras ella, sale nuestro profesor de francés. A dos metros, le persigue la enfermera. Ambos llegan a la salida de la enfermería.

  -Muchas gracias, Evelia -agradece Ojo de Cristal.

  -De nada, profesor -se despide la enfermera -. Recuerde, aplíqueselo todas las noches. Buenas tardes.

  Y la puerta es cerrada. Esta vez, nos mira a nosotros 3.

  -Panda de jabalíes -nos insulta -, ¿qué son, babuinos sin cerebro? ¿Por qué se pegan? Nunca lo entenderé.

  -Eso quisiera saber yo -me defiendo -. He salido de la cab...

  -¡Cuénteselo al director -interrumpe -! Es él el que tendrá la última palabra. Ahora descansen. Usted -dice dirigiéndose a mí -, podrá salir hoy de aquí. En cambio -indica mirando a Juanca y Jony -,ustedes dos, deberían descansar un día más.

La Condición del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora