Capítulo 5: Partida

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Subí las cosas que nos dio Vanessa al maletero del auto junto a mis cosas y me predispuse para irme.

Entré al auto y encendí el motor. Estaba a punto de llamar a Scarlet cuando la pude observar por el espejo retrovisor, aún estaba en el porche de Vanessa conversando con ella.

Volví a bajar del coche con el objetivo de saber de qué estaban hablando pero apenas me acerque a ellas dejaron de hacerlo.

— ¿De que hablaban? —pregunté

—La curiosidad mató al gato Javier—me respondió Vanessa.

—Pero el gato murió sabiendo—reí—además si no fuera curioso probablemente estaríamos muertos ahora.

— ¿A qué te refieres con eso? —me dijo claramente angustiada.

—Ah claro, olvidé que no te lo había dicho.

— ¡Habla rápido!

Volvimos a la sala y entonces le conté toda la historia a Vanessa de cómo fue que me enteré de que estaban buscando a Scarlet, pues mis padres estaban hablando entre ellos acerca de si debían decírmelo o no, y en mi idea de que ellos sentían más amor por su trabajo que por mí, opté por huir de mi casa con todo lo que pude tomar de mi habitación antes de que ellos se percataran de lo que estaba tratando de hacer.

Vanessa me escuchaba con una mirada de reflexión dirigida al piso y asintiendo de vez en cuando.

—Javier, ¿crees que exista la posibilidad de que tus padres estén tras todo esto?

—No sabría responderte Vanessa, con algo de suerte y con un poco de corazón de su parte, existe la posibilidad de que no hayan reportado mi escape.

—Y si suponiendo que lo hicieron, ¿ellos sabrían dónde buscarte?

Mis padres me prohibían hablarles sobre todo lo que hacía en los entrenamientos, a pesar de que ellos eran parte de la agencia. Era su manera de enseñarme a "guardar secretos" así que jamás tuve la oportunidad de hablarles de Vanessa.

—No, ellos no sabían que éramos amigos

—O probablemente eso es solo lo que tú creías.

SCARLET

Un hombre que parecía ser el doble de mí a lo alto y a lo ancho, se acercó rápidamente donde Vanessa y le hablo con la misma voz con la que nos había recibido en la entrada a la casa de Vanessa.

—Señorita Scott—no sabía que ese era el apellido de Vanessa—el señor Riggins se encuentra aquí.

Vanessa se puso pálida y volteó a ver a Javier quien la observaba de la misma manera, aquella no era una buena señal.

—Disculpen ¿Quién es el señor Riggins? —pregunté claramente confundida.

—Es el... director de la Agencia—me dijo Javier sin dejar de observar a Vanessa.

— ¿Qué le has dicho? —le preguntó Vanessa al guardia.

—Que no lo puede atender pero él insiste y contradecirle no parece ser una buena opción.

—Tenemos que irnos de inmediato—dije y me dirigí rápidamente a la puerta pero antes de llegar Javier me tomó fuerte de la muñeca.

— ¡¿Acaso estás loca?! Si salimos por enfrente nos verán.

—Pero todas nuestras cosas ya están ahí.

—Tranquilos, tengo una idea—dijo Vanessa

Vanessa se dirigió al guardia mientras Javier observaba cuidadosamente por la ventana.

—Quiero que le digas al señor Riggins que saldré en seguida y después lleva el vehículo que se encuentra afuera al garaje—le dijo Vanessa

—En seguida señorita Scott—dijo el guardia y se retiró.

—Y ustedes síganme por aquí.

Seguimos a Vanessa hasta lo que obviamente era el garaje, en la entrada al garaje tomó una mochila negra que estaba ahí colgada y siguió, el garaje estaba repleto de autos increíbles.

—El auto con nuestras cosas no se encuentra aquí—le dije

—Claro que no, no me refería a esté garaje.

Nos dirigimos hasta el fondo donde había un auto que se veía muy antiguo en comparación a los demás, ni siquiera parecía funcionar.

— ¿Esperas que huyamos en esa cosa? —no quise sonar grosera, pero estaba tan desesperada que sonó como si lo fuera.

—Por supuesto que no—dijo riendo

Abrió el portaequipaje del vehículo y donde se suponía debía estar la llanta de emergencia había un gran botón negro, lo presionó y retrocedió.

En seguida el espacio donde se encontraba el vehículo se empezó a elevar hasta separarse del piso, dejando ver una entrada subterránea secreta. Vanessa nos sorprendía de nuevo.

—Listo chicos, aquí nos despedimos. El auto está abajo. Yo lo distraeré hasta que ustedes logren escapar.

Abrió la mochila y nos tendió una linterna y un teléfono celular.

—Vanessa nos puede rastrear con ese teléfono—le dijo Javier.

—Javier, ¿acaso crees que te daría un teléfono común y corriente? Este teléfono fue diseñado por mí, evita toda clase de dispositivos de rastreo e incluso puedes intervenir llamadas. Quiero que lo utilices cuando necesites de mi ayuda y haré todo lo que esté a mi alcance.

—Lo siento Vanessa, pero sabes bien que todo artefacto tiene su punto de vulnerabilidad, confío en ti plenamente, pero no quiero que te involucres más en esto.

— ¡Javier Collins! Lo quieras o no ya estoy involucrada así que toma el maldito teléfono.

—No lo hare Vanessa y fin de la discusión

Esperaba que Vanessa levantara la voz haciendo así que Javier aceptara el teléfono, pero no lo hizo.

—Está bien Javier, respeto tu decisión—le dijo.

Javier se abalanzó sobre ella y le dio un fuerte abrazo.

JAVIER

—Gracias Vanessa, de verdad—le dije y no negaré que tuve que contener mis lágrimas.

—No te me vengas a poner sentimental Javier—dijo Vanessa riendo, pero su voz denotaba tristeza.

—Bueno, tenemos que irnos—le dije.

Encendí la linterna y empecé a bajar por aquel túnel que parecía no haber sido utilizado en años, probablemente nunca haya sido utilizado. Al cabo de un momento me di cuenta de que Scarlet no me seguía. Volteé y la pude ver aun con Vanessa en un fuerte abrazo. Vanessa la tomo de los hombros y le dijo algo que por su expresión parecía ser serio, y yo no pude escuchar. Scarlet únicamente asintió y bajó rápidamente hasta donde yo ya me encontraba. Pude ver como Vanessa se despedía mientras aquella entrada secreta se cerraba.

—Qué te dijo Vanessa? —le pregunte a Scarlet.

— ¿Eh? ¿Qué? Ah sí, me dijo que el túnel tenía un largo de tres kilómetros, así que nos demos prisa—respondió y me dirigió una sonrisa fingida.

—Está bien—dije aunque creía que eso fuera lo que Vanessa le haya dicho.

Caminamos aproximadamente cinco minutos más hasta que encontramos el vehículo junto a otros que parecían ser blindados. Ahí se encontraba el guardia esperándonos con el motor encendido y la puerta abierta.

—Mucha suerte—nos dijo antes de partir.

—Por favor, vaya con Vanessa, no quiero que nada le ocurra—le pedí.

—La señorita Scott es muy persuasiva y le puedo asegurar que no permitiría que nada le sucediese.

—Gracias.

Arranqué y me dispuse a salir de ahí a toda velocidad.



Nota del autor: Perdón por la tardanza jaja

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