Capítulo 1

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POV ALINA

Al llevar a cabo el examen ocular completo y exhaustivo, los resultados arrojaron que padeces de una ceguera completa. Lo siento mucho, Alina. Ese accidente tuvo como consecuencia un traumatismo ocular cerrado, es decir, una contusión visual que se agravó al prolongar el tratamiento hasta convertirse en una ceguera completa y sin cura. Tal vez si la hubieses tratado en sus comienzos, posiblemente habría algo que hacer.

Alina Kemnis, esa era yo, era a mí a quien ese doctor le estaba hablando en esa habitación, éramos mis oscuridad y yo dándonos cuenta de que seriamos amigas por mucho tiempo, éramos solo ella y yo oyendo el eco de los sollozos de mi madre, porque por supuesto, que tu única hija se quede ciega a los quince años no creo que haya sido lo que pensaste para su futuro.

Al abrir los ojos y lanzar un gran suspiro me pregunté cuando iba a dejar de tener la misma pesadilla. Llevé mi mano hasta el reloj despertador y me senté en mi cama tanteando con mis pies el calzado.

Caminé hacia el cuarto de baño pensando en que lo peor de tener pesadillas era que no podía hacer como la mayoría de las personas que abren los ojos y lanzan un suspiro de tranquilidad al darse cuenta que están en su habitación y solo fue un mal sueño. Yo debía convencerme a mí misma de que todo estaba bien aunque al despertar siguiese sumida en la misma oscuridad de mis sueños. Y eso apestaba, aun después de cinco años de práctica.

Un pitido del teléfono resonó por toda la cocina cuando iba entrando, así que me acerqué a pulsar el botón para que saliese la voz de mi madre a llenar el silencio absoluto que impregnaba toda la casa.

-Buenos días Ina, supongo que ya te has levantado, tenía turno muy temprano y no te quise despertar para despedirme, te deje tu desayuno en el horno, llegaré en la noche, cuídate mucho, te quiero, adiós.

-Adiós... - susurré mientras buscaba mi plato y me servía un vaso de agua para sentarme a comer, mientras tatareaba una canción bastante bonita que había estado escuchado en la radio desde hace días.

Teniendo mis rutinas claramente hechas terminé mi comida con el tiempo justo de mi próxima alarma que me indicaba que debería arreglarme para irme.

Salí de casa con mis lentes negros puestos, mi bastón y mi bolso. Me froté los brazos cuando un escalofrío me recorrió debido al viento fresco que me acarició el cabello y sonreí inhalando el aire frio dándome cuenta de lo afortunada que era por poder despertar un día más y que mi corazón latiera en mi pecho, nada más eso era suficiente para agradecer y saber que en este mundo había más que solo nosotros y nuestra fragilidad, tenía que existir algo grande más allá de todo, y es por eso que creía en Dios, sin juicios, sin cuestionamientos, sin religiones, yo creía en el amor, en la paz y en la plenitud que se siente cuando te permites creer, eso me había ayudado en mis días más dolorosos y seguía ayudándome, hasta el día de hoy.

Con esos pensamientos me perdí rápidamente entre las calles, sus sonidos y sus olores. El apuro de la mayoría de las personas en la mañana, los autos pasando unos tras otros y el fuerte olor a café que se colaba por mi nariz mientras entraba a la cafetería a la que solía venir cada vez que tenía la oportunidad.

-Mi niña- escuché la voz de la señora Mely y sonreí-. Buenos días, tenía días sin saber de ti.

-Buenos días, Mely, he estado un poco ocupada últimamente- reí-. Tenemos mucho trabajo y he tenido que irme un poco más temprano de lo que acostumbro.

Ojos sin Luz (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora