Capítulo 8

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POV PATRICK

Esos días que estuve sin hablar con Alina me di cuenta lo rápido que me acostumbré a su presencia, tanto que me sentía como un cachorro abandonado sin tener a donde ir y levantarme en las mañanas para dejar chocolate caliente en su puerta sin importar si iba a darse cuenta de ello o no, se convirtió en un consuelo para mí. Tenía que lograr que me perdonara y sobretodo que me escuchara y si era necesario rogarle que me dejara permanecer cerca.

Por eso me presenté en su trabajo sabiendo cuál era su hora de salida y por eso se me cayó el alma a los pies cuando la vi sentada con una cara que no era la que ella siempre tenía, todo su cuerpo parecía sentirse afligido y lo demostraba estando cabizbaja.

Me acerqué de inmediato y cuando dije su nombre su expresión pareció desencajarse aún más. Miré al sujeto a su lado pidiéndole alguna explicación no verbal y él se encogió de hombros.

-Patrick- murmuró ella-. ¿Qué haces aquí?

-Vine a buscarte, para poder hablar contigo- expliqué-. ¿Pasa algo? ¿Te lastimaste el pie?- cuestioné al ver que una de sus manos estaba estirada hacia su tobillo.

-Estoy bien- respondió respirando profundo antes de ponerse en pie. No me pasó desapercibida su mueca de dolor y volví a mirar al hombre con uniforme que seguía frente a nosotros.

-Yo no la toqué- levantó sus manos-. Una chica...

-Drake- lo nombró-. Gracias, pero no es necesario. Por favor le das a Claudia mi mensaje.

-Alina- intervine-. ¿Qué no es necesario?- fruncí el ceño-. ¿Qué sucedió?

-No sucedió nada- dijo con firmeza-. ¿Nos podemos ir?

-Alina...

-Patrick- suspiró-. No voy a discutir, ¿De acuerdo? Todo está bien, estoy bien, ¿Por favor, podemos irnos? Si no discúlpame pero ya estaba por irme yo.

-Oye- tomé su mano con delicadeza-. Está bien, ya nos vamos, pero quiero saber qué pasó- agregué y miré al sujeto-. Hasta luego.

-Hasta mañana, Drake. Muchas gracias- le dijo Alina con una media sonrisa y apretó mi mano en señal de que podíamos irnos.

La ayudé a subir al auto y pensé bien en las palabras que iba a decir, sobretodo hoy donde no se veía para nada feliz.

-Quisiera que nos detuviéramos en un parque que está cerca de aquí- comenté-. Quizás un helado logre ponerte de buen humor.

-No estoy de mal humor- negó-. Solo estoy cansada.

-¿Fue un mal día?

-Un poco- hizo una mueca-. Creo que el parque me hará bien.

Asentí para mí mismo y me mantuve callado hasta que estacioné el auto frente al parque más cerca que teníamos. Hice una seña a los guardaespaldas de que todo estaba bien cuando me bajé y me acerqué a la puerta de Alina para abrirla, tomé su mano acariciándola con mi dedo anular y la guié hasta la banca más apartada de los niños jugando y la gente pasando.

La miré por unos segundos mientras ella esperaba pacientemente a que yo me decidiera a decir algo, porque claro que debía decir algo, solo que tenía tanto que podía decir que no sabía que elegir y cómo decirlo con la sinceridad suficiente para que ella me perdonara, así que por eso debía empezar por pedir perdón.

Ojos sin Luz (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora