POV ALINA
Llegué tarde. Y culpaba a Patrick por eso.
-George no se dio cuenta, yo te cubrí- dijo Claudia por décima vez ante mi preocupación de que mi jefe pensara que yo era una irresponsable-. Además lo entendería, solo te quedaste dormida- rió-. A todos nos ha pasado, hasta a él. Ya deja de torturarte y vamos a la cafetería, faltan dos minutos para empezar el descanso.
Asentí poniéndome de pie y sentí su brazo rodear el mío.
-Estoy a punto de ser adicta a ese jugo de fresa- dije y ella lanzó una carcajada.
-Y a esas tortas de chocolate- agregó y fue mi turno de reír en total aprobación-. Iré yo- avisó y yo me incliné para tocar la mesa donde nos habíamos estado sentando y la esperé en mi silla mientras escuchaba sus bromas con el jefe de la cafetería.
Desvié mi atención al captar una risa entre lo frívolo y lo malévolo y quise bufar con todo mi ser porque le pertenecía a Sara. Una de las secretarias que hacia resonar sus tacones por todo el pasillo en las mañanas y coqueteaba con cualquier hombre que estuviese cerca, porque debía oírlo yo todos los días. Y sobre todo, los rumores de ella teniendo una relación con George andaban paseando las paredes. Lo peor de todo acerca de ella es que parecía odiarme y desconocía de eso la razón.
-Clau, querida, ¿Ahora eres la sirviente de la telefonista?
Ahí si bufé en sintonía con Claudia que ponía cerca de mis manos el vaso de jugo.
-No, querida- le respondió-. Se llama amistad, algo de lo que tú no tienes ni tendrás idea. Y lo que haga o no por supuesto que no es asunto tuyo, ve al baño a ponerte tal vez un poco de labial o a acomodar tus extensiones de cabello, pero a nosotras déjanos en paz.
Casi quise reír por su respuesta, ya acostumbrada a que se dijesen cosas en los descansos, porque teniendo tan solo poco tiempo dentro de la empresa ya había notado varios secretos, como por ejemplo el enamoramiento que Claudia parecía tener hacia su jefe, que también era mi jefe y el jefe de todos, hasta de Sara, aunque ella según le regalara algunas noches, cosas que mi amiga sabía o al menos lo sospechaba y estaba segura que eso era lo que mantenía en llamas su desagrado por Sara y su voz chillona.
-¿Amistad o lastima?- insistió y yo intenté no prestar mucha atención, solo que si ponía la palabra lastima en sus frases daba golpes en mi autoestima-. O ambas, como es el caso de George.
-¿De qué está hablando?- le cuestioné a Claudia y ella tomó mi mano.
-No le hagas caso, solo no la escuches, es venenosa como una víbora- soltó-. Cállate Sara, porque te juro que si no cierras la boca voy a ventilar por toda la empresa detalles que como secretaria del jefe, tengo en mi poder.
-¿Estás chantajeándome?- se carcajeó-. Eso es totalmente antiético, tanto cómo que George haya contratado a esta niña solo porque...
-¡Porque es inteligente, capaz, profesional y una excelente persona! ¿Me has oído? Y no se llama "esta niña" se llama Alina, así como tú te llamas Saramidelis- gritó y las risas en la cafetería no tardaron en llegar-. Mantén la boca cerrada o vas a conocerme, ¿De acuerdo, Saramidelis?
Me puse de pie ante el silencio de Sara y estiré mi mano a Claudia para darle a entender que nos fuéramos, por un momento me sentí mal por esa chica, nadie se merecía ser la burla, solo que a veces hay personas tan malvadas que merecen un poco de lo que ellos ofrecen para que sientan lo mismo que le hacen sentir a los demás. No estaba de acuerdo, pero tampoco podíamos ser siempre tan buenos.
-No debiste hacerle eso- susurré de todos modos y ella lanzó una carcajada.
-Se lo merecía, acepta que fue gracioso dejarla muda y si supieras cuanto me he aguantado para no llamarla por su nombre desde que hicimos su contratación y vi su partida de nacimiento- siguió riendo-. Creo que si sabe lo que hace no te molestará de nuevo- dijo una vez yo estuve sentada en mi escritorio para proceder a tomar llamadas por lo que quedaba de la tarde antes de poder irme a la casa. Suspiré esperando que así fuese porque no planeaba tener problemas con nadie en este trabajo, porque me gustaba y quería quedarme.
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Ojos sin Luz (Editando)
Teen FictionAlina Kemnis, hija de una enfermera, humilde y trabajadora. A sus 20 años tiene que luchar con la curiosidad y el anhelo de ver el sol por las mañanas, los colores, los matices, los rostros de quienes ama y su reflejo al espejo, siendo eso algo impo...