6° Capítulo: Pulsera.

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—Joven Ian, ¿Podría responder a la pregunta que le formule? —La profesora de química preguntó. ¿Pero qué iba a saber un ángel como yo sobre el nombramiento de los distintos grupos funcionales? Claro, soy un ángel, pero no por eso sabré todo lo que me pregunten.


Estaba pensando en que responder sin que mi respuesta me causara algún tipo de sanción, sin embargo fue como si Dios me hubiera mandado una ayuda, pues la campana sonó salvándome de una grande.

La profesora me brindo una mirada que transmitía un "te salvaste esta vez", y yo solté un suspiro de alivio.


—Esta bien, se pueden retirar, la clase ha terminado.


Todos los alumnos se levantaron como si su vida dependiera de ello, yo lo hubiera hecho, sin embargo estaba esperando a que mi asignada saliera para seguirla, aclaro que no es ningún tipo de acoso.

Vi como ella se levantaba tranquilamente de su lugar, mientras yo hacía como que revisaba unos apuntes en mi cuaderno, ella tomó su mochila y se dirigió a la puerta, cuando salió, yo también me levanté, no sin antes dirigirle una sonrisa a la maestra. Si mi amigo me hubiera visto diría que soy un chupamedias, pero eso es lo de menos. Es tiempo de realizar mi trabajo.

La seguí hasta que se acercó a los casilleros, por suerte el mío no estaba tan lejos del de ella, lo cual me facilitaría el vigilarla. Solo abrí mi casillero y guarde unos libros, pero un sobre blanco llamo mi atención, lo tome entre mis dedos y decidí que era mejor abrirlo en un lugar seguro pues tenia una ligera idea de quien podría ser el remitente.

Mi primer pensamiento fue el baño, por que todos sabemos que el baño es un lugar privado en el que nadie interrumpirá, o eso espero.

Camine hasta llegar a la puerta del baño de hombres y me adentre en un cubículo, pues había unos cuantos hombres dentro de el y no quería que me miraran raro.

Tome la carta entre mis dedos y la abrí, pero un sonido sordo se escuchó, algo había caído del sobre.

Una pulsera de plata se encontraba tirada, me agache a tomarla, tenía un diseño como espiral griego. Decidí leer la carta para aclarar las dudas.

"Joven Ian.

Hemos estado observando su avance, aunque ha estado poco tiempo ahi, nos hemos dado cuenta que ya conoció a su asignada. Estamos esperando mucho de usted, pues es una misión muy importante y debería sentirse alagado por haberla obtenido usted.

Recuerde que si falla ya no habrá mas misiones, así que trate de hacer su trabajo lo mejor que pueda.

Confiamos en usted y su poder.

Angelus.

Pd. No confíe mucho en las personas que lo rodean, tenga su mente muy abierta, uno nunca sabe que sorpresas le pueden llegar a suceder ¿o si? Es por eso que le hemos mandado la pulsera que estaba dentro del sobre, esa pulsera representa el mal y el bien, pues cuando estas cerca de una persona con alma oscura, ésta se torna de un color azul, sin embargo cuando estas con una persona con alma pura, se convierte en un color blanco, espero que la utilice en su trabajo y le sirva para ver más haya de lo exterior. Además, el cambio de color solo será visible para tus ojos."

Mis nervios aumentaron mas, ellos enserio estaban confiando en mi, y yo no quería defraudar a mi madre, necesito hacer esto bien cueste lo que cueste, aunque es un poco extraño el posdata que colocaron pues es como si ellos supieran algo que yo no, debo de vigilar muy bien mi alrededor para no tener piedras en el camino, esto debe salir a la perfección, así que me coloque la pulsera en mi muñeca.

Decidí salir del baño y esfume la carta con uno de los pocos dones que tenía, comencé a buscarla con la mirada, pero no la encontraba. Tal vez estaría en la cafetería, pues estábamos en el descanso. A paso preciso me dirigí hacia allá, pero en mi camino un sentí un golpe en mi hombro, me voltee a ver quién era, y me lleve una sorpresa al encontrarme con la chica que me había coqueteado en el salón de clases, la "chica sonrisas" como la había apodado yo. Su rostro tenía una sonrisa pícara, nuestros ojos se encontraron y ella se giro siguiendo su camino. Okay... eso fue extraño.
Sin embargo seguí mi camino hacia la cafetería, recordando los pasos que debía realizar para cumplir con mi trabajo. Hasta que me encontré con dos puertas grandes, y un letrero arriba que tenía escrito "cafetería".

Abrí las puertas con un poco de nervios recibiendo todas las miradas de los adolescentes que se encontraban en su comida, y para aumentar mis nervios me puse a escanear cada una de las mesas buscándola, hasta que en una logré divisar una cabellera muy peculiar. Te encontré.

Camine hacia a ella, por suerte la atención que había recibido al principio se iba esfumando mientras caminaba. Ya casi llegaba, hasta que unos dedos rodearon mi brazo, era nada más y nada menos que "la chica sonrisas", esto se esta volviendo en realidad exasperante, pero lo más raro es ¿cómo hizo para llegar aquí tan rápido y en dirección contraria a la mía? Deje de pensar cuando su voz me interrumpió.


—Hola. —Sonrió. — Estaba observando que estas muy solito, ¿te apetece sentarte con nosotras?


En la mesa no solo estaba ella, si no sus "amigas" que a fácil observación se notaba que solo estaban ahí por popularidad y no por una verdadera amistad.


—Yo... lo siento no puedo. —respondí con un tono serio. No quería tener problemas al realizar mi trabajo y es mejor detener lo que sea que sea esto lo más pronto posible.

—¡Oh vamos! Solo es un almuerzo, ni que te fuera a comer— sonrió burlona. —No ahorita. —Susurró causándome un escalofrió, pues no estoy muy acostumbrado al trato con mujeres.


Mi mirada se dirigió a mi asignada, la cual estaba con una mirada de decepción, y no solo ella miraba, si no que no me había percatado que toda la cafetería lo hacía.


—¿Quién eres y de qué se trata todo este..."juego"? —Pregunté pues esta chica no me inspira para nada de confianza.

—Verás, pequeño Ian, de ahora en adelante, soy tu peor pesadilla.

Un destello azul sobresalía de mi muñeca.

¡Gracias por leer, esperamos sus votos y comentarios! <3 

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