2° Capítulo: Mi salvador.

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— ¡Robert, tienes que salir de ese baño ya, si no lo haces llegaré tarde!— Le grité a mi hermano mayor.


Tenía como veinte minutos dentro, mientras yo solo tocaba la puerta para que se apresurara.

En realidad, tenía muy pocas esperanzas de llegar a tiempo. Me deslice por la puerta hasta estar en el piso sentada. Pasaron unos tres minutos más y la puerta se abrió haciendo que yo cayera de espaldas.


— Diablos, Rob podrías haber avisado— Dije sobándome la espalda y levantándome del mojado suelo del baño. ¿Por qué los hombres siempre hacían un desastre?

— Deja de ser tan quejica ali, te saldrán arrugas tan joven— Dijo mi hermano saliendo del baño ya listo.


A veces llega a ser muy estresante convivir con él, pero también lo quiero mucho, es la única persona que tengo, además mi amiga Nox.

No es momento de ponerme melancólica, tengo que alistarme rápido si quiero llegar a tiempo...


— Vamos, vamos, no puedes llegar tarde— Susurré para mi misma.


Estaba caminando muy rápidamente por los pasillos con mis libros pegados a mi pecho. Nota mental: No dejar que Rob entre al baño primero. Tarda más que una chica en alistarse, gracias a él vengo tarde y me perdí el desayuno.

No debo llegar tarde a esta clase, la señorita Hamilton me mataría, es de esas maestras que si llegas un minuto tarde te deja afuera o te castiga diciendo que llegaste más de quince minutos tarde. Un gran cuerpo se interpuso en mi camino.


— Vaya, hola ratita— . Byron. Tan solo de ver esos ojos grises me causaban escalofríos, no de los buenos. Le tenía mucho miedo.

— By- ron— Una sonrisa burlona se formo en sus labios. Muy bien Leah, tartamudear en momentos como ese solo demuestra lo débil que eres.-Yo... lo siento, debo irme a clases- Murmuré, traté de seguir caminando pero el solo se movió impidiéndome pasar.

— Lo siento, ratita, no entrarás a clases— . Cada vez se acercaba más a mi mientras yo retrocedía, esto no me causaba buena espina.


Byron no es una persona amable, nunca lo ha sido, al menos no conmigo, siempre ha buscado la manera de humillarme, desde que se enteró que yo tenía un enamoramiento con él, pero claro que una rarita no puede salir con el chico malo de la escuela.

Últimamente se ha estado acercando mucho a mí físicamente, no sé a donde quiere parar, pero me da mucho miedo lo que pueda hacer. Él disfruta verme sufrir y temblar cuando esta cerca de mi. 


 — Po-or favor, de-ejame ir-. Mis ojos picaban, debo de retener la poca dignidad que me queda ante él, no llorar es una de mis reglas, pero a como van avanzando las cosas no sé si sea posible.


Él claramente era más grande y fuerte que yo, yo solo soy un saco de huesos, me podría destrozar con un solo golpe. Los pasillos estaban desiertos, todos los alumnos se encontraban en sus aulas, ahora ya no me preocupaba llegar a tiempo a clases, solo quiero llegar viva a mi casa. No podría gritar, sería en vano y eso solo me causaría más problemas.


— Esta vez, no te salvarás.


Me tomó del brazo fuertemente y me arrastró hasta el armario del conserje.

Antes hubiera muerto por estar así de cerca con él y que me hablara, pero ahora solo deseo con todas mis fuerzas que alguien se dé cuenta de lo que este sucediendo y me ayude a salir de este infierno.

Abrió la puerta y cuando estuvimos adentro la cerró. Mis piernas temblaban, no creo que pudiera aguantar más las lágrimas.


— Ratita, sé que siempre has querido estar conmigo, así que te lo concederé— . Su sonrisa sarcástica y sus ojos sin emoción, totalmente fríos, solo empeoraban las cosas. Mi día empezó mal y ha seguido.


Byron comenzó a besar mi cuello, yo trataba de quitarlo, pero soy tan pequeña que no podía hacerlo, pronto las lágrimas comenzaron a salir. Me inmovilizó colocando mis manos detrás de mi espalda, él las retenía con las suyas, mientras seguía besándome, pero ahora en los labios, era un beso duro, necesitado, mis sollozos se intensificaron y él bajo la intensidad del beso a uno lento, aun así yo no se lo seguí, ahora era repulsivo para mi.

En ese momento, lo que estuve anhelando en este tiempo sucedió. La puerta del armario se abrió de un fuerte golpe y un chico alto, con ojos azules como el cielo y cabello oscuro, se encontraba frente a nosotros.

Él chico al que nunca había visto tomó a Byron, alejándolo de mí, le propinó un buen golpe en la mandíbula que lo dejo inconsciente, lo cual me asombró, Byron era muy fuerte, pero no se defendió.


— ¿Estas bien?— Él chico me miró preocupado y después cambió su expresión a una avergonzada-. Que tonto soy, eso no debí de haberlo preguntado. Lo siento.

— Muchas gracias por salvarme— Dije con un hilo de voz. Sentía mis ojos hinchados y estaba temblando.

— No agradezcas, para eso estoy— . Sus ojos me transmitían tranquilidad y no sé por qué me sentía segura con él, tal vez es por el hecho de que me salvo de ser casi violada. Me estremecí de solo recordarlo.— Ven, salgamos de aquí.


Salimos de ahí dirigiéndonos al patio y todos seguían en clases, la verdad no sabía que tanto tiempo había pasado. Ahora no quería ni entrar a clases, además no quería que el chico que me salvo se metiera en problemas y yo tampoco quería, ya que encontrar a uno de los chicos mas "influyentes" de la escuela, inconsciente en el armario del conserje es totalmente una razón para difundir rumores y problemas.


— Gracias, si tú no hubieras llegado...yo...- Me detuve porque un nudo se formo en mi garganta, no quería decirlo.

— Pero lo hice y ahora estas bien, no pienses en lo que pudo haber ocurrido.— Me sonrío de forma cálida y le devolví la sonrisa— . Tenemos que denunciar a ese chico, no debes dejar que te haga más daño.

— Yo... lo pensaré— . Me dio una mirada severa, pero después solo asintió.

— ¿Cuál es tu nombre?— Preguntó.

— Leah— Sonrió. Este chico tenía una sonrisa muy bonita.— ¿Y el tuyo?

— Mi nombre es Ian.


Siempre estaría agradecida con él, aunque es un total desconocido también, no recuerdo haberlo visto antes aquí.

ROUXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora