Capítulo uno

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São Paulo Brasil,

05 de marzo del 2014

Liz despertó en un lugar desconocido para ella, unas suaves sábanas de seda blanca cubrían todo su cuerpo. Debido a lo temprano que era y a lo poco que había dormido, ella recordaba con dificultad lo que le había ocurrido hace unos días. Ignoraba que exactamente hace una semana habían aplastado su corazón y que ahora era una más de las mujeres que habían sido traicionadas por el hombre que amaba.

¡Qué irónica podía ser la vida!

Hace un tiempo, ella había hecho lo mismo que Allan; había cambiado al hombre que más la había amado por alguien que realmente nunca valió la pena, alguien que a solo unos minutos de haberle dado el sí, no dudó en cambiarla por otra mujer, un súcubo de vestido rojo y lo increíble que sólo fue por un poco de placer. Uno por el cual los hombres casi siempre perdían la cabeza y el mismo que destruían sus vidas.

¡Maldito canalla!

— Así debe sentirse, — masculló, la amargura en su voz era audible —, así debe sentirse que te traicionen y que te rompan el corazón cuando tanto has amado. — Algunas lágrimas se deslizaron por su rostro.

— ¿Elizabeth? — la llamó —. Veo que ya despertaste, — dijo Darren suavemente para no incomodarla —, sé que no debería preguntarte si te sientes mejor después de lo ocurrido, pero me preocupa tu estado anímico.

— No debes sentir lástima por mí, — expresó la muchacha sin verlo a los ojos. Sus manos jugaban con las sábanas que aún cubrían su cuerpo —, después de todo me lo merezco... ¿Recuerdas lo que te hice hace 3 años? — señalo puntualmente.

Sí, Darren aún lo recordaba.

Habían pasado tres años desde que Liz había cambiado a Darren por Allan, su ex amigo y ahora colega de trabajo. Ella y Darren habían sido novios desde la escuela secundaria y después que ambos terminaron la universidad, tenían planeado casarse hasta que un día Allan, el mejor amigo de la infancia de Darren regresó a la ciudad y la perspectiva de Liz junto a sus planes cambiaron y como resultado, ambos se enamoraron, por lo tanto, la joven no dudó ni un solo minuto en romper su compromiso con su prometido a pesar de que Darren siempre había sido un excelente hombre con ella. A Liz no le importó romperle el corazón, pero el karma existía y lo mismo se podría decir del castigo divino.

Sí, se trataba del castigo divino, pero Liz no dejaría pasar la oportunidad de vengarse; la traición se pagaba con traición.

— Elizabeth, olvídalo, han pasado tres años. Además, ninguno de los dos sabíamos lo que ocurriría. — intentó calmarla, Darren no quería que ella se sintiera culpable —. El destino lo quiso así. — agregó, encogiéndose de brazos como si realmente ya no fuese tan importante, pero muy en el fondo aún le dolía haber perdido a alguien como ella.

— Así es, — afirmó con pena en el corazón —, el destino quiso que de alguna forma pagara lo que te hice. Debí haberte causado mucho daño cuando decidí romper nuestro compromiso, perdóname por favor.

¿Cuántas veces le había pedido perdón?

Muchas, esta era la milésima vez que lo hacía en tres años.

— En ese tiempo me causó mucho dolor, — admitió —, pero creí que lo mejor era dejarte en libertad, pues lo que más deseaba era tu felicidad y querida Elizabeth, si no lo sabes, tu bienestar sigue siendo una de mis prioridades. — Liz no podía evitar estar más que sorprendida y agradecida con él, ya que era un hombre magnífico, muy diferente a Allan.

Quizás la teoría que todos tenían un ángel era cierta, Liz había encontrado al suyo. Darren la observaba con cariño y ternura, como si quisiera protegerla de todos, a él poco le importaba el pasado y estaba más que feliz que al fin Elizabeth, su Elizabeth había regresado a él y esta vez nadie se interpondría entre ellos.

— Tengo que arreglar lo que hice, — mencionó Liz, levantándose rápidamente de la cama —, tengo que anular mi matrimonio con Allan, no pienso quedarme a su lado después de su traición. — dijo, pero el ángel que tenía frente a ella la detuvo.

— ¡Liz! — Darren la abrazó fuertemente para evitar que ella cometiera una barbaridad —. Espera, no vayas a hacer algo de lo que después puedas arrepentirte. Actúa con calma, si quieres divorciarte de él, yo te ayudaré con mucho gusto. Déjamelo a mí, yo me encargaré de todo. — Su voz era como un hechizo que tranquilizaba a la ya atormentada muchacha, pero a la vez algo en la voz de ese ángel que había aparecido nuevamente en su vida, provocaba que su corazón sintiese una sensación, una que hasta ahora no había sentido.

¿Qué es lo que el corazón de Liz trataba de decirle?

Quizá se había equivocado al cambiar a Darren por Allan.

Había cometido un error muy grande al romperle el corazón a un hombre tan bueno como él y lo había pagado muy caro, pero para fortuna de Liz, la vida pensaba darle una segunda oportunidad, una que le dejaría uno de los más lindos recuerdos que tendría en toda su vida.

Sólo hacía falta que abriera los ojos y viera lo que tenía al frente.

Amor Por VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora